miércoles, 27 de abril de 2011

La ira de Dios

Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia en los seres humanos, que con su maldad destruyen la verdad.
Romanos 1:18.


Lectura diaria: Romanos 1:16-32. Versículo para memorizar: Romanos 1:18.


ENSEÑANZA


Ayer les hablaba sobre el corazón endurecido y el devocional de hoy puede ser su complemento. Yo les decía que así me tildaran de dramática, esa era mi percepción. Con el devocional del día, les confirmo claramente que así es y les voy a demostrar con Palabra de Dios. En la lectura vemos que Dios nos ha hablado desde un comienzo por medio de la creación; sus obras “se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa” (v. 20). A pesar de ello, el hombre se olvidó de Él y ni le glorifica ni le da gracias; al contrario, volteó sus ojos neciamente “y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los réptiles” Adoraron y sirvieron a lo creado antes que al Creador (vv. 23 y 25). Dice la Biblia, que por esto, “Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual” (v. 24); “En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales, por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros” (vv. 26-27). Y no solamente el hombre comete impurezas sexuales sino que también “Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados” (vv. 29-31).

Simplemente, analicemos y concienticémonos sobre cuál es nuestra conducta. Gracias a Dios, en Jesucristo tenemos el perdón de pecados y Él no solo puede restaurar nuestras vidas, sino también la tierra. El Señor vino a morir por toda esa maldad que se encuentra arraigada en el hombre. Si tu deseo es cambiar el modo de tu vida y empezar a llevar una vida con propósito cubierta por Jesús, te invito a orar conmigo de la siguiente manera:


Señor Jesucristo: Acepto que soy pecador y que necesito de ti. Ven a mi corazón y hazme conforme a tu voluntad. Te acepto como mi Señor y Salvador y quiero empezar de nuevo contigo. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y enseñarme a vivir de acuerdo a lo estipulado en tu Palabra. Gracias también por darme la vida eterna. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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