miércoles, 13 de abril de 2011

Promesa sobre los descendientes

Los hijos de tus siervos se establecerán, y sus descendientes habitarán en tu presencia.
Salmo 102:28.


Lectura diaria: Salmo 102:15-28. Versículo para memorizar: Salmo 102:28.


ENSEÑANZA


Creo que una de las preocupaciones de los padres es el futuro de sus hijos. Deseamos de todo corazón que les vaya bien y en especial a las madres nos surgen muchas preguntas al respecto, pero tenemos la obligación de orar continuamente por ellos sin importar la edad que puedan tener. A veces nos intranquilizamos y desvelamos pensando en sus problemas, pero es ahí cuando toda madre debe saber que sus oraciones tienen gran acogida en el trono del Señor y que sus promesas son “sí” y “amén”.

El versículo del día no solo nos dice que ellos se establecerán y hay que tomar ese “establecerán” en toda su magnitud. Se formarán, se implantarán y se desarrollarán como personas elegidas por Dios, para que sean ciudadanos útiles a la sociedad. El versículo sigue con lo siguiente: “y sus descendientes habitarán en tu presencia”. ¡Gracias Señor por esta promesa! Así no los veamos en la actualidad buscando el rostro del Señor, llegará el día en que precisamente se cumplirá. Sus tiempos no son los nuestros y el Señor lo tiene todo perfectamente programado. Nos queda por aprender el encomendárselos diariamente a Dios, pidiendo su protección en la calle, en la casa, en el claustro estudiantil, en el trabajo y cuando salen con sus amigos. El Señor en especial a las madres nos ha dotado del don de la intersección y ¡qué más que hacerlo por nuestros hijitos! Propongámonos como meta no dejar pasar un solo día sin orar por ellos. El que lo prometió es fiel: los buscará, los perdonará, los llevará a su redil y terminará en cada uno la obra que comenzó.


Quizá estás viviendo situaciones difíciles con tus hijos; te sugiero busques a Jesús y Él se encargará de canalizar todas las áreas de tu vida y restablecer tu hogar. Te invito a orar así:


Amado Jesús: Te necesito y te acepto como Señor y Salvador. Sé que soy pecador y te pido perdón por ello. Toma el control del trono de mi vida y enséñame a vivir contigo de tal manera que pueda guiar a mis hijos como es tu deseo. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme, y por darme todo el poder de tu Santo Espíritu. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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