viernes, 29 de abril de 2011

La fe en Jesucristo nos justifica

Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.
Romanos 3:22.


Lectura diaria: Romanos 3:21-31. Versículo para memorizar: Romanos 3:22.


ENSEÑANZA


Dice la Biblia que todos, sin distinción alguna hemos pecado y por consiguiente estamos privados de la gloria de Dios (v. 23). Sin embargo, por la gracia de Dios somos justificados gratuitamente por medio de la redención dada a través de Jesucristo; su sangre derramada ofrecida en el sacrificio expiatorio por toda la humanidad manifiesta su justicia (vv. 24-26). Aquí encontramos el verdadero valor de ser cristiano: aceptar personalmente el sacrificio del Señor en la cruz. No fue cualquier muerte, fue una cruenta e inhumana muerte; la más denigrante de aquella época. Ya no era a través de un carnero o cordero sino la del mismo Hijo de Dios. La manera más sublime de Dios Padre, de demostrar al mundo su amor. Quizá el tiempo de cuaresma y de Semana Santa, se conviertan en algo litúrgico y repetitivo sin detenernos a pensar qué fue lo que realmente sucedió y por qué. El Señor no quedó tan bonito y entero como nos lo pintan o vemos en un crucifijo. En Él no quedó figura humana; “Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades, sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados” (Is. 53:5). Fuimos comprados con sangre y no cualquier sangre, la sangre del Hijo de Dios. Entender este misterio, es entender lo que significa la salvación; es saber que nos encontramos en el período de la gracia y que solo nos basta con reconocer este hecho para alcanzar la vida eterna.

Si deseas que el Señor Jesucristo te justifique, con una corta oración puedes entregarle tu vida. Oremos:


Señor Jesucristo: yo te necesito; sé que he pecado de muchas maneras pero ahora entiendo que ya pagaste por mí y tu bendita sangre me limpia de todas mis culpas y me justifica. Te abro la puerta de mi corazón y te recibo como mi suficiente Señor y Salvador. Perdona mis pecados y haz conmigo la persona que deseas que yo sea. Gracias Jesús por hacerlo y por darme la oportunidad de vivir contigo la maravillosa experiencia de la salvación. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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