jueves, 21 de abril de 2011

A pesar de sentir el peso de los años

De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud.
Salmo 110:3b


Lectura diaria: Salmo 110:1-7. Versículo del día: Salmo 110:3b.


ENSEÑANZA


Creo que a todos, hombres y mujeres nos debe gustar esta promesa, ¿o quién desea verse viejo, achicopalado y sin ningún ánimo? Nadie. Puede que los años pasen pero lo bonito es que a pesar de que estos lleguen se tengan fuerzas y bríos renovados cada mañana. Pues bien, en la Biblia encontramos lindos mensajes promisorios a los que podemos recurrir cuando empezamos a echar canas o cuando sintamos que desfallecemos. El primer albor es el de la aurora y es tan fuerte que alcanza para todo el día su emisión. No importa que la lluvia y el viento hayan emanado fuertemente el día anterior; de todas maneras vuelve a ver un nuevo amanecer y es como empezar de nuevo. ¡Qué lindo! Hoy ha sucedido exactamente eso. Estos días de Semana Santa en mi país, han sido lluviosos, fríos y hasta desastrosos para mucha población; pero hoy jueves amaneció con un sol esplendoroso. No sabemos hasta qué hora dure y si más tarde lloverá nuevamente, por ahora lo único es que el calor tan esquivo últimamente está en todo su esplendor y hay que aprovecharlo. Considero que así es la vida: podemos haber pasado unos días tristes y apagados con los afanes propios de la existencia; sin embargo, nuestro Dios no nos va a dejar así, nos renueva cada mañana: “Beberá de un arroyo junto al camino, y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas” (v. 7) y saldremos adelante gozosos y regalando sonrisas por doquier. Para seguir disfrutando con ansías de poder: “los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán” (Is. 40:31); “Él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas” (Sal. 103:5). Nos compara con el águila, ave símbolo de poder, de fuerza, de valentía; así debe ser el cristiano: sin retroceder, sin rendirse; volando por encima de las lluvias y esperando el nuevo día para arrancar de nuevo, porque la promesa está, solo nos toca apropiárnosla y decir: “¡Sí, Señor. Gracias! Hoy decido tomarla para mí.

¿Quieres hacer parte de estos privilegiados a los ojos del Señor? ¿Te sientes cansado y fatigado por el trajín diario que te toca vivir? Te invito a entregar tu vida al Poderoso Dios, al que te puede renovar cada mañana y darte energías para continuar el camino. Podemos orar así:


Amado Jesús: Yo te necesito. Estoy cansado(a) de ir corriendo para un lado y otro sin encontrar sosiego. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y levantarme nuevamente. Gracias por darme la salvación y todo el poder de tu Santo Espíritu para seguir adelante. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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