sábado, 16 de abril de 2011

A un Dios desconocido

Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros.
Hechos 17:27.


Lectura diaria: Hechos 17:16-33. Versículo para memorizar: Hechos 17:27.


ENSEÑANZA


Quizá muchos tienen en su mente la idea de un “Dios desconocido”. Creen que sí existe un Ser supremo pero en verdad no lo conocen. Al igual que Pablo lo hizo con los atenienses, les quiero compartir acerca de ese “Dios desconocido”. Ese Dios, fue el creador del universo y de la humanidad: “No se deja servir por manos humanas como si necesitara algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas” (v. 25). Y Dios lo hizo de esta manera para que como dice el versículo del día: “todos lo busquen” y para demostrarnos con ello, que Él está más cerca de nosotros, de lo que alcanzamos a imaginar “puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos” (v. 28). Tenemos aliento de vida solamente porque Dios lo dispone así. La vida de cada uno pende de un hilo, hoy podemos estar vivos y mañana no. Si respiramos, vemos, oímos y nos movemos es solamente por su gran amor y misericordia y será hasta el día que Él mismo diga: “basta”. Nadie puede decidir hasta cuándo vive, a no ser que piense en el suicidio. Ni puede pensar: “bueno, haré tal o cual cosa, porque hasta hoy me di plazo de vivir”; ninguna persona es dueña de su propia vida, la tiene, la administra y se la devuelve a quien se la prestó en garantía. Una garantía que pocos entienden y que es precisamente la esencia de esta misma: tener la vida eterna, que solamente se hereda cuando precisamente volteamos los ojos hacia ese “Dios desconocido”, quien envió a su Hijo Jesucristo para regalarnos vida en abundancia (Jn. 10:10), desde aquí en la tierra y después gozar completamente la felicidad en la eternidad.

Si Dios ha sido para ti indiferente, si solamente tienes una idea vaga de Él o si simplemente dices: “creo que hay alguien allá arriba, pero nada más”, te invito a que le conozcas y puedas gozar plenamente con Él desde ahora una vida con propósito definido. Si es así, podemos orar:


Amado Dios: Siempre te he tenido como algo intangible que sé que existes pero nada más. Hoy deseo conocerte personalmente y entregarme a tu Hijo Jesús para que Él cambie mi modo de vivir. Señor Jesucristo, te necesito, ven a mí y enséñame a conocerte como el Dios verdadero que eres y que cambias vidas. Perdona mis pecados y dame desde ahora el gozo de la salvación llevando un estilo de vida como el que de antemano me tienes preparado. Gracias Señor por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme, y por darme la vida eterna contigo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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