¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna.Zacarías 9:9.
Lectura diaria: Zacarías
9:9-17. Versículo principal: Zacarías
9:9.
REFLEXIÓN
Quinientos años antes, era anunciada
la profecía a través de Zacarías. El Rey
vendría, humildemente montado en un burrito para llegarle a su pueblo y que
este entendiera su procedencia. En el
tiempo exacto se cumplió: “Los discípulos fueron e hicieron como les había
mandado Jesús. Llevaron la burra y el
burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús” (Mateo
21:6-7). El Rey de reyes y Señor de
señores no entró a Jerusalén montado en un brioso caballo como los que tenían
los romanos, no; quiso llegar a los suyos con plena humildad y mansedumbre y
esta gente lo proclamó como al Hijo de David, al punto de conmoverse con Él y promulgarlo
como su Rey, pues ya estaban cansados
del yugo que el imperio romano ponía sobre ellos.
“Mira, tu rey viene hacia ti,
justo, salvador y humilde”; pueden pasar los años, los tiempos y las épocas
pero el gran misterio de la salvación está aún vivo y latente. Jesús quiere que se le proclame como el
Salvador que llega a todos los corazones cansados y atribulados. ¡Viene hacia ti! Y esta grandiosa oportunidad no hay que
desperdiciarla. Cada día es más difícil
el vivir en un mundo lleno de maldad y completamente convulsionado por el egoísmo,
el fanatismo y la religiosidad. Cristo
viene a brindar una vida completa con Él; una vida con un propósito
definido. Viene buscando a más
seguidores que pongan sus palmas mientras se pasea por las calles de las
ruidosas ciudades. Su misión: ofrecer
vida eterna a sus seguidores y hacerlos llamar hijos de Dios. No busca crear
una religión más: busca que cada persona le conozca, le permita entrar en su
corazón y habitar con él hasta la eternidad.
Simplemente es que cambie su estilo de vida.
¡Hoy es tu día! Tu Salvador viene
y te dice: “¿Me permites seguir?” La
decisión es tuya. Quizá no haya otro
tiempo igual. ¿Deseas hacerlo? Te invito a que hagas la siguiente oración:
Señor Jesús: Reconozco que eres
el Hijo de Dios, muerto por mí, crucificado y resucitado. Reconozco que he pecado de muchas maneras y
te pido perdón por ello. He visto tu
invitación y deseo que vengas a morar conmigo; quiero que seas mi Señor y
Salvador personal. Toma el control del
trono de mi vida y hazme la persona que quieres de mí de acuerdo a tu voluntad. Gracias Jesús por todo lo que has hecho para
llevarme hasta tus píes. Gracias por
darme la vida eterna y saber que siempre estaré contigo. En tu nombre Jesús, amén y amén.
Un abrazo y bendiciones.
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