viernes, 7 de septiembre de 2012

Palabras de bendición


¡Que el Señor haga que la mujer que va a formar parte de tu hogar sea como Raquel y Lea, quienes juntas edificaron el pueblo de Israel!  ¡Que seas un hombre ilustre en Efrata y que adquieras renombre en Belén!  
Rut 4:11.

Lectura diaria: Rut 4:1-22.  Versículo principal: Rut 4:11.

REFLEXIÓN

Dios que es experto en mover sus fichas de manera espectacular, hizo que Rut la moabita entrara a formar parte del clan de Judá.  Por lo general, no entendemos en el momento de las circunstancias adversas para dónde va el agua; solamente después, damos gracias porque si no hubiesen sucedido no se habría llegado al feliz término en que concluyeron. 
Por mi parte, le doy gracias al Señor porque a raíz de mi enfermedad última, los médicos esperaban un tiempo prudencial mientras se desinflamaban tanto el páncreas como la vesícula.  Sin embargo, las cosas no se dieron de ese modo y se me tuvo que intervenir de urgencia contra todo pronóstico por difícil que fuera.  La mano del Señor estuvo en todo momento sobre mí y vimos su gloria sacándome avante en semejante trance, lo cual me permite estar más tranquila y sin pensar que nuevamente tengo que en dos meses volver a la clínica (por lo menos sobre eso; quiera el Señor que por ninguna otra circunstancia).  Del mismo modo, cuando Rut se casó con el hijo de Nohemí, jamás pensó en enviudar tan pronto y quedarse sola con su suegra.  Para ellas el horizonte era oscuro y me imagino que por un buen tiempo no perfilaban ninguna luz que les permitiera ver algo diferente a lo ocurrido.  Dios en su infinita sabiduría y soberanía estaba mientras tanto entretejiendo el camino de quien sería la bisabuela del rey David y por ende, aún algo mucho más sublime: ser parte del linaje del Señor Jesús, el Redentor de la humanidad (vv. 17-22).
Creo que las palabras dichas por los ancianos de Belén permitieron que se desatara la bendición sobre la familia de Booz.  De ahí la importancia de pronunciar siempre palabras de bien y no de mal, especialmente como padres, frente a nuestros hijos.  “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto” (Proverbios 18:21).

Amado Señor: Gracias por permitir que lo que vemos como densa oscuridad, se transforma en el destello más resplandeciente, iluminando nuestras vidas con toda la plenitud tuya. Enséñanos a pronunciar palabras que lleven bendición siempre a quienes las dirigimos.

Un abrazo y bendiciones.

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