sábado, 8 de septiembre de 2012

Aun así regocijarnos

Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del Olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador!  
 Habacuc 3:17-18.

Lectura diaria: Habacuc 3:1-19.  Versículos principales: Habacuc 3:17-18.

REFLEXIÓN

En épocas de crisis nos tocó comer muy seguido “lentejas con arroz” y se escuchaban ya voces diciendo: “¡Mamá, no más lentejas con arroz!”.  Sin embargo, a medida que pasan los días he podido descubrir dos cosas: la importancia de regocijarnos sea cual sea la situación que estemos viviendo, y que definitivamente no hay don más preciado que la salud.  Si tenemos salud, creo que podemos pasar mucho más fácil otras crisis.
El profeta Habacuc oró al Señor en un tiempo cuando el pueblo de Dios se hallaba en crisis.  Su oración llega a oídos de Dios y al final humildemente él reconoce que es Dios quien está al frente de la situación y termina su oráculo regocijándose, con los ojos puestos en la esperanza de su visión, la que se cumplirá en el día señalado.  Tiene que saberla esperar aunque parezca que se está retrasando, porque no dejará de cumplirse (Habacuc 2:3); mientras tanto, alabar y adorar al Rey de la creación, porque es Él quien lleva las riendas y sabe cual es el momento propicio en el que actuará.
Con razón se nos manda en Tesalonicenses estar siempre alegres (1 Tesalonicenses 5:16), pues esto es clave para alcanzar la victoria.  Las promesas de Dios, jamás dejarán de cumplirse y también debemos aprender a esperar los tiempos del Señor que nunca son los nuestros.  Nos cogeremos fuertemente de sus manos para aprender a depender solamente de Él.  Diremos pues: “El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis píes la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas” (v. 19 en la lectura).

Amado Señor: Queremos darte gracias y exaltar tu nombre porque eres bueno, misericordioso y compasivo con tus hijos. Gracias porque así no veamos los frutos en las vides ni producir los campos alimentos, sabemos que como buen Padre jamás nos dejarás y estás al corriente de lo nuestro para sustentarnos cada día.

Un abrazo y bendiciones.

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