jueves, 7 de febrero de 2013

Confesión de pecados ante el Señor




Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.  
Salmo 32:5.


Lectura: Salmo 32:1-11.  Versículo del día: Salmo 32:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Ocultar los pecados no trae ningún beneficio; al contrario deja enfermedad, debilidad y lamento de conciencia (vv. 3 y 4).  El confesarlos, quita una carga que pesa mucho, se tiene la tranquilidad de saber que estamos a paz  con el Señor y que por consiguiente tendremos su apoyo incondicional; además de sentir libertad espiritual.
El Señor no desprecia a quien se acerca a Él para pedir perdón; está listo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). Mas el que encubre el pecado no prospera; el que los confiesa y se aleja de ellos haya misericordia dice el Proverbio 28:13. Esto quiere decir que la confesión tiene que tener el propósito de enmendarse y no volver a caer en lo mismo.
Hagámonos un examen de conciencia (como nos lo enseñaban antiguamente), y empecemos a dejar a los píes del Señor todo aquello que nos pesa. Jesús vino a darnos libertad; con Él obtenemos perdón de pecados, liberación, sanidad y salvación.  Quien así lo hace será dichoso en su caminar diario. Busquemos a quien tiene la potestad de perdonarnos: el Señor Jesús y seguro que tendremos todas estas bendiciones sobre nuestras vidas.

Amado Señor: Venimos a ti para confesarte todos nuestros pecados y pedirte que nos limpies de toda iniquidad y maldad. Gracias por venir a morir en nuestro lugar y cargar con todos ellos, solamente por tu inmensa bondad para darnos vida eterna contigo.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: