Entonces dijo María: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí. ¡Santo es su nombre!
Lucas 1:46-49. NVI.
Lectura: Lucas 1:39-56.
Versículos del día: Lucas 1:46-49.
Qué buena enseñanza nos
deja la bendita virgen María. Una mujer humilde que aceptó sin tapujos la obra
de Dios en su vida. Lo que dijo tiene mucho valor; miremos que no se exaltó
ella, sino que alabó a Dios y reconoció al Mesías como su Dios y Salvador: “y
mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”.
¿Será que nosotros cuando
Dios nos concede una bendición grande, llámese material, física o espiritual,
lo alabamos y damos gloria a su Nombre como debe ser? O, por el contrario, ¿nos
olvidamos de dar gracias y lo tomamos como algo normal, que tenía que suceder;
o le ponemos la palabra: ‘casualidad’, ‘buena suerte’. Etc.? Aprendamos
humildad de la bendita virgen María, quien se declaró: ‘la sierva del Señor’
(Lucas 1:38).
Señor Jesús:
¡Cuánta humildad nos falta para reconocer que sin Ti no somos nada! ¡Que todo
lo que tenemos es por obra y gracia Tuya! Bendito Señor, hoy venimos ante ti
para decirte que Tú Eres nuestro Dios y Salvador. Enséñanos a ser humildes en
toda situación. Que esta virtud, nos permita alcanzar a muchos otros para tu
reino. No permitas que la vanagloria de este mundo, el poder, la riqueza o la
fama nos detenga, para no bajar la cabeza reconociendo que Eres Tú quien vas
delante de nosotros con planes victoriosos. Gracias, muchas gracias, bendito
Señor Jesús.
Un abrazo y bendiciones.
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