Muchos acudían a Juan para que los bautizara. —¡Camada de víboras! —les advirtió— ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento.Lucas 3:7-8a.
Lectura: Lucas 3:1-20. Versículos del día: Lucas 3:7-8a.
MEDITACIÓN DIARIA
Juan exhortaba a los que
llegaban a él para ser bautizados y no de cualquier manera. Era drástico y
directo al decir las cosas y llamarlos víboras. Él conocía muy bien a los
fariseos hipócritas y sabía perfectamente qué se podía esperar de ellos. Igual
deberían saberlo en estos tiempos tantos que profesan ser cristianos y no lo
son. Para todos existe el arrepentimiento sincero; y la mejor manera de
demostrarlo es con frutos. Personalmente considero que las personas no tienen
un verdadero arrepentimiento porque venimos de una tradición donde específicamente
es: ‘peco, confieso y empato’, como si el Señor fuese igual a nosotros y
pudiésemos engañarlo con pañitos de agua tibia. No existe el dolor ni la
tristeza por defraudarlo vez tras vez: “La tristeza que proviene de Dios
produce el arrepentimiento que lleva a la salvación” (2 Corintios 7:10).
Si en verdad hay
arrepentimiento, entonces nuestro proceder debe demostrarlo: “a todos les
prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su
arrepentimiento con sus buenas obras” (Hechos 26:20). No podemos decir que nos
convertimos al Señor y seguir haciendo lo que bien queramos. Cuando David pecó
adulterando con Betsabé, derramó su corazón de dolor ante Dios. El Salmo 51 nos
demuestra claramente que estaba contrito y humillado y un corazón así, el Señor
no lo desprecia (Salmo 51:17). Llenémonos de su Santo Espíritu. Es el Espíritu
Santo quien nos guía a toda verdad y nos redarguye de pecado. Él es nuestro
Consolador; entonces busquémosle y llenémonos de su presencia (Efesios 5:18),
así empezaremos a dar su fruto completo de: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23), y nuestra vida
empezará a cambiar dando fruto de verdadero arrepentimiento.
Amado Señor: Muchas veces hemos
pecado y no somos conscientes de la transgresión con que te hemos ofendido; perdónanos
por ello. Regálanos el don del arrepentimiento verdadero y el deseo profundo y
continuo de no caer de nuevo. Te pedimos que nos llenes con tu Santo Espíritu y
llevemos una vida completa con el fruto de Él para demostrar ante el mundo que
de verdad somos lo que decimos ser. Gracias buen Señor por tu amor y
misericordia. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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