sábado, 29 de agosto de 2015

Nuestro arrepentimiento tiene que producir buenas obras



Muchos acudían a Juan para que los bautizara. —¡Camada de víboras! —les advirtió— ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca?  Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. 
Lucas 3:7-8a.


Lectura: Lucas 3:1-20.  Versículos del día: Lucas 3:7-8a.

MEDITACIÓN DIARIA

Juan exhortaba a los que llegaban a él para ser bautizados y no de cualquier manera. Era drástico y directo al decir las cosas y llamarlos víboras. Él conocía muy bien a los fariseos hipócritas y sabía perfectamente qué se podía esperar de ellos. Igual deberían saberlo en estos tiempos tantos que profesan ser cristianos y no lo son. Para todos existe el arrepentimiento sincero; y la mejor manera de demostrarlo es con frutos. Personalmente considero que las personas no tienen un verdadero arrepentimiento porque venimos de una tradición donde específicamente es: ‘peco, confieso y empato’, como si el Señor fuese igual a nosotros y pudiésemos engañarlo con pañitos de agua tibia. No existe el dolor ni la tristeza por defraudarlo vez tras vez: “La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación” (2 Corintios 7:10).
Si en verdad hay arrepentimiento, entonces nuestro proceder debe demostrarlo: “a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras” (Hechos 26:20). No podemos decir que nos convertimos al Señor y seguir haciendo lo que bien queramos. Cuando David pecó adulterando con Betsabé, derramó su corazón de dolor ante Dios. El Salmo 51 nos demuestra claramente que estaba contrito y humillado y un corazón así, el Señor no lo desprecia (Salmo 51:17). Llenémonos de su Santo Espíritu. Es el Espíritu Santo quien nos guía a toda verdad y nos redarguye de pecado. Él es nuestro Consolador; entonces busquémosle y llenémonos de su presencia (Efesios 5:18), así empezaremos a dar su fruto completo de: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23), y nuestra vida empezará a cambiar dando fruto de verdadero arrepentimiento.

Amado Señor: Muchas veces hemos pecado y no somos conscientes de la transgresión con que te hemos ofendido; perdónanos por ello. Regálanos el don del arrepentimiento verdadero y el deseo profundo y continuo de no caer de nuevo. Te pedimos que nos llenes con tu Santo Espíritu y llevemos una vida completa con el fruto de Él para demostrar ante el mundo que de verdad somos lo que decimos ser. Gracias buen Señor por tu amor y misericordia. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: