jueves, 27 de agosto de 2015

Nos enorgullecemos de ser parte tuya, buen Dios




Pero Rut respondió: —¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. 
Rut 1:16.


Lectura: Rut 1:1-22.  Versículo del día: Rut 1:16.

MEDITACIÓN DIARIA

A la hora de la verdad, cada vez que le compartimos el mensaje del Señor Jesucristo a alguien, está tomando la misma decisión de Rut. Recordemos que los cristianos somos ramas injertadas en el árbol de Abraham; o sea, éramos o somos también gentiles. El Señor Jesús era judío pero no solamente vino a morir por ellos sino por toda la humanidad, precisamente para que personas como Rut dijeran: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios”. Para que acepten y reconozcan  que en Jesús son ya parte de su Iglesia; son su nuevo pueblo escogido. Porque como dijo Pablo: “Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha proclamado no sólo en Macedonia y en Acaya sino en todo lugar; a tal punto se ha divulgado su fe en Dios que ya no es necesario que nosotros digamos nada.  Ellos mismos cuentan de lo bien que ustedes nos recibieron, y de cómo se convirtieron a Dios dejando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tesalonicenses 1:8-9). El mensaje del Señor proclamado es el mensaje de salvación,  donde cada persona decide si acepta lo hecho por Jesús en bien de su vida tanto física como espiritual; vida aquí en la tierra y vida eterna a su lado. Buenas noticias como en el caso de Rut que se encontraba abatida por haber perdido a su esposo y quizá también sus pertenencias; pero Nohemí su suegra, muy seguramente le hablaba del Dios Todopoderoso que restauraba vidas y corazones destrozados y resolvió acogerse a Él.  Esto eran buenas noticias para Rut y no dudó en responderle que viviría donde ella viviera y se volvería a su pueblo y Dios como si fuera el suyo. Rut no solo muestra un amor leal hacia su suegra, sino que permite que el Señor vaya haciendo una obra regeneradora en ella, al punto de ser la bisabuela del rey David y entrar a formar parte de la genealogía del Señor Jesús.
En el cielo también nosotros seremos parte de esa familia real porque nuestro Dios, es el Rey de reyes y Señor de señores. ¡Gloria a Dios!

Amado Señor Jesús: Muchas gracias por permitirnos conocerte y ser coherederos contigo de la gracia divina. Enséñanos a valorar tan grande regalo, y permite que por este amor tuyo dado voluntariamente a nosotros, sepamos ser fieles para ir de tu mano, sintiéndonos orgullosos de que seas nuestro Dios y parte de tu pueblo escogido.

Un abrazo y bendiciones.

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