Fortalezcan las manos débiles, afirmen las rodillas temblorosas; digan a los de corazón temeroso: Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá, vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos.Isaías 35:3-4.
Lectura: Isaías 35:1-10.
Versículos del día: Isaías 35:3-4.
MEDITACIÓN DIARIA
Ante tanta violencia,
corrupción y degeneración moral es posible que el pueblo del Señor se desanime
o sienta temor. Pero miremos lo que dice aquí: el fuerte, el bien cimentado y
maduro espiritualmente debe animar a los débiles y reconfortarlos con la
Palabra de Dios. Por más descomposición que veamos en la raza humana, nosotros
los cristianos sabemos que así tiene que suceder antes de la venida del Señor y
tenemos que alentarnos unos a otros: “Por eso, anímense y edifíquense unos a
otros, tal como lo vienen haciendo” (1 Tesalonicenses 5:11). No podemos
dejarnos contaminar ni seguir lo que ahora el mundo nos propone; tenemos más
que nunca estar firmes y velando en todo momento: “Cuídense, hermanos, de que
ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga
apartarse del Dios vivo. Más bien, mientras dure ese «hoy», anímense unos a
otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del
pecado” (Hebreos 3:12-13). Como dice aquí la Escritura respecto al ‘hoy’: “Si
ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón” (Hebreos 3:15).
La lectura del profeta
Isaías nos anima a continuar porque para nosotros vendrán tiempos mejores; y no
mejores simplemente, muchísimo, muchísimo
mejores: “Y volverán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión con
cantos de alegría, coronados de una alegría eterna. Los alcanzarán la alegría y
el regocijo, y se alejarán la tristeza y el gemido” (v. 10 en la lectura). Regocijémonos
y alegrémonos ante lo que estamos viviendo porque eso quiere decir que nuestro
Dios y Rey vendrá muy pronto.
Amado Señor: Gracias
porque tu misma Palabra nos anima a continuar y no desmayar. Gracias porque la
abundancia del pecado nos reafirma la fe esperando tu gloriosa venida. Tú
regresas por tu pueblo y eso nos llena de alegría. Gracias porque creemos
firmemente en tu pronto retorno. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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