Pero, Señor —objetó Gedeón—, ¿cómo voy a salvar a Israel? Mi clan es el más débil de la tribu de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia.Jueces 6:15.
Jueces 6:1-40. Versículo del día: Jueces 6.15.
MEDITACIÓN DIARIA
Gedeón fue otro de los
jueces que Dios usó para salvar a Israel de sus enemigos; esta vez del poder de
los madianitas. Sin embargo, cuando el Señor se le presentó y le dijo: “¡El
Señor está contigo, guerrero valiente!” (v. 12), Gedeón no lo entiende porque se
considera muy poca cosa para ser él,
quien venza a los madianitas; pero el Señor le respondió: “Tú derrotarás a los
madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo” (v. 16).
Después de titubear y tener la seguridad que sí era el Señor quien le hablaba se
enfrentó a sus enemigos y los derrotó con un ejército pequeño (Jueces 7), tal
como el Señor quiso, para demostrarle que sí era Él quien estaba guerreando a
su lado (Jueces 7:2-7).
No hay ninguna duda;
cuando el Señor nos da una orden y nos recuerda que es Él quién va adelante
abriendo puertas, también nos podemos sentir incapaces e insignificantes para
ir en su Nombre a cumplir la tarea encomendada. Un ejemplo claro lo tenemos
cuando compartimos el mensaje de salvación a otros, que fue el mandato claro de
parte del Señor para todos los que lo conocen. Nos sentimos débiles, sin
palabras y hasta atemorizados. Pero el Señor por medio de su Santo Espíritu nos
infunde aliento y valor porque se cumple exactamente lo mismo de Gedeón: “yo
estaré contigo”. Sí; no vamos en nuestras propias fuerzas ni valentía; todo
proviene de Dios quien nos manda y a la vez nos da las armas para actuar. Así
que no tengamos miedo, ni nos sintamos menospreciados; tal vez al doblegarnos
ante alguna autoridad que nos inspira reverencia y poder, no sabemos cómo
actuar ni qué hablar, pero tenemos al
mejor Juez, Consejero y Amigo y quien nos guiará hacia la victoria. No es con
espada ni con fuerza; es con su Santo Espíritu (Zacarías 4:6). Al final de
cuentas, es el Señor el que debe importarnos y el único que merece toda nuestra
aprobación y adoración.
Amado Señor: Nuevamente
nos enseñas que lo que necesitas de parte nuestra es un corazón sincero y
dispuesto a dejarse gobernar por Ti. Gracias buen Dios por llevarnos de tu mano
y enseñarnos a ser fuertes y valientes en la misión encomendada para que muchos
otros te conozcan y alcancen la salvación. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario