Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse.Eclesiastés 3:2 y 5.
Lectura:
Eclesiastés 3:1-8. Versículos del día:
Eclesiastés 3:2 y 5.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor es quien
controla nuestros tiempos. A veces creemos que no nos oye, que se demora mucho,
que nos olvidó, y seguimos reniegue que reniegue sin acordarnos que el dueño de
nuestra vida es Él y dice la Palabra que: “En tu mano están mis tiempos”
(Salmo 31:15 RVR 1960), o sea que nuestros tiempos no son los suyos. Y es que
si nos ponemos a pensar en la historia de la humanidad y para dónde va, nadie
puede dudar que es Dios moviendo y dirigiendo cada paso. El mundo está
convulsionado pero nosotros los cristianos sabemos de antemano, que esto tiene
que ser así; la Biblia lo describe.
Entonces, si
Dios mismo controla el tiempo de toda la humanidad, con mayor razón el de cada
uno de nosotros. ¿Con qué autoridad podemos exigirle que nos deje manejar el
tiempo a nosotros? Y como sabe exactamente para dónde vamos, a veces sin lograr
entenderlo del todo, comprendemos que nos llegó la hora de despedirnos. Pero
así, son sus designios. Él es el dueño absoluto de todo lo que nos concierne:
familia, trabajo, bienes, tiempo, etc. Simplemente, pongámonos en sus manos y
entendamos que todo lo que se hace bajo el cielo tiene un guía supremo para
señalar el tiempo apropiado.
Amado
Señor: Gracias por enseñarnos a someternos a tus tiempos. Gracias porque eres Tú
quien construyes la casa, el hogar, los ires y venires junto con los que nos
rodean, escribiendo día a día la historia de nuestra vida.
Un abrazo y
bendiciones.
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