martes, 25 de agosto de 2015

No me cansaré de contar tus maravillas




Tú me devolviste la salud y me diste vida. Sin duda, fue para mi bien  pasar por tal angustia. Con tu amor me guardaste de la fosa destructora, y le diste la espalda a mis pecados. 
Isaías 38:16b-17.


Lectura: Isaías 38:1-20.  Versículos del día: Isaías 38:16b-17.

MEDITACIÓN DIARIA

Bueno, yo como lo he dicho en otras ocasiones, puedo decir exactamente lo mismo que el rey Ezequías: “Tú me devolviste la salud y me diste vida. Sin duda, fue para mi bien  pasar por tal angustia”. Así es; le doy gracias al Señor porque a través de todo mi proceso del cáncer de seno, pude ver la mano del Señor sobre mi vida haciendo maravillas. Además de eso, “fue para mi bien pasar por tal angustia”, porque a raíz de esa enfermedad empecé a tomar conciencia de mi vida y de mi fe cristiana. Si no hubiera sido por mi cáncer de seno, no habría empezado nunca a enviar mis devocionales, que con el tiempo he podido entender el propósito del Señor con estos.
Estoy segura que nunca evidenciaremos la grandeza de nuestro Dios, hasta que no vivimos momentos críticos y comprobamos directamente cómo la mano del Dios Altísimo, Omnipotente, Supremo y Soberano baja hasta tocarnos y darnos completa sanidad. De eso hace ya seis años y en mis controles siempre tengo un parte de victoria para exaltar al Señor y de derrota para humillar al enemigo.  Y es que tengo el privilegio de contar que no fue solo una vez que el Señor me libró de las garras de la muerte; hace tres años me aquejó una pancreatitis crónica donde los médicos no auguraban nada por mi vida. Pero aquí estoy para contar una y otra vez, quien es el merecedor de toda honra y gloria: ¡mi Buen Jesús! “Los que descienden a la fosa nada esperan de tu fidelidad. Los que viven, y sólo los que viven, son los que te alaban, como hoy te alabo yo” (vv. 18-19).

Soberano Señor: No me cansaré de contar tus maravillas para que tu Nombre sea exaltado como lo mereces. Eres el Dios bondadoso, amoroso y misericordioso que dice tu Palabra. Te doy gracias, porque has bajado hasta mí, para escuchar mis ruegos y mi llanto; envolverme con tu ternura, abrazarme y hablarme muy quedo al oído diciendo que soy preciosa para Ti y que me amas. ¡Gracias mi Dios y Señor Todopoderoso!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: