Y Jefté le hizo un juramento solemne al Señor: Si verdaderamente entregas a los amonitas en mis manos, quien salga primero de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva de haber vencido a los amonitas, será del Señor y lo ofreceré en holocausto.Jueces 11:30-31.
Lectura: Jueces 11:29-40.
Versículos del día: Jueces 11:30-31.
MEDITACIÓN DIARIA
Jefté fue uno de los
jueces de Israel usado por Dios para liberarlos de los amonitas. Así que él le
ofreció al Señor a la primera persona que saliera de su casa a recibirlo, si
obtenía la victoria. Jefté venció al enemigo y
regresó a su hogar. Salió a recibirlo su única hija y él se rasgó las
vestiduras. Debió ser muy triste sacrificar a su hija pero esa era la promesa
que Jefté le había hecho al Señor (vv. 30-35)
En uno de los últimos devocionales
precisamente hablaba de la importancia de ser prudentes antes de hacer un voto
al Señor porque es mejor no prometer que prometer y no cumplir. Aquí en esta
historia vemos un ejemplo patético de lo que cuesta hablar por hablar. Muchas
veces hablamos para pensar y no pensamos para hablar. Jefté cumplió su promesa
y sacrificó a su hija, ¡pero cuánto no le costaría tomar esa decisión!
Aprendamos la lección: “No
te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra
alguna; él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide, pues, tus palabras”
(Eclesiastés 5:2).
Amado Señor: Te rogamos
que nos enseñes a ser prudentes y medir siempre las palabras que salgan de
nuestra boca. Cometemos errores y pecamos contra Ti, por ser ligeros para
hablar y no tener en cuenta hasta dónde pueden llegar nuestras palabras
causándonos el propio daño y quizá a otros seres queridos. Gracias por
enseñarnos a pensar para hablar.
Un abrazo y
bendiciones.
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