No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia.Romanos 6:13.
Lectura: Romanos
6:1-14. Versículo del día: Romanos 6:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Antes de conocer a Dios
vivíamos guiados por la naturaleza pecaminosa; ahora con Cristo que somos
nuevas creaciones, lo viejo tiene que quedar atrás y permitir que sea el
Espíritu Santo quien vaya haciendo su obra regeneradora en cada uno. Tenemos
que disponernos para dejarnos guiar: “Por tanto, hagan morir todo lo que es
propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones,
malos deseos y avaricia, la cual es idolatría” (Colosenses 3:5). ¿Cómo debemos
presentarnos ante Dios? “Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra
de verdad” (2 Timoteo 2:15).
Presentarnos limpios,
sin tener nada de qué avergonzarnos; pero no olvidemos otro miembro al cual no
le ponemos atención, pero que es uno de los más importantes: la lengua. Y si
vemos ¡con ésta sí que cometemos injusticias! Nos dejamos llevar por ella y
criticamos, calumniamos, hasta blasfemamos o maldecimos cuando la ira nos
domina. “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les
ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12:1);
¡Ay Dios! A veces
creemos que no tenemos nada en qué cambiar y el Señor nos pone a digerir su
Palabra minuciosamente para que no nos enaltezcamos y nos demos cuenta de
cuánto nos falta todavía. “Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos
ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más
bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya
dado” (Romanos 12:3). Comportémonos como verdaderos instrumentos de justicia.
Amado Señor: Queremos
presentarte todos los miembros de nuestro cuerpo, incluyendo nuestra lengua, de
manera que sean olor fragante para Ti. Deseamos ser agradables ante tus ojos,
sin esconder ni avergonzarnos de nada, para llevar bien en alto el nombre que
profesamos como conocedores de la gracia de Dios, transformados de la muerte a
la vida. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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