Así que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las cosas que no son como si ya existieran.Romanos 4:17b.
Lectura: Romanos 4:13-25. Versículo del día: Romanos 4:17b.
MEDITACIÓN DIARIA
La fe de Abraham es un
ejemplo claro para nosotros los cristianos de confiar plenamente cuando el
Señor nos promete algo, porque Él no miente nunca y cuando nos dice que lo
hará, seguro que será. Solamente tenemos
que poner los ojos en el Señor y esperar pacientemente, así no veamos nada;
porque “la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”
(Hebreos 11:1). Abraham, “consideró fiel al que le había hecho la promesa”
(Hebreos 12:11). Y dice los versículos 20 y 21 de la lectura que: “Ante la
promesa de Dios no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y
dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios tenía poder para cumplir
lo que había prometido”.
Desde recién convertida
me enseñaron que el cristiano vive por fe; o sea la confianza que tiene en
Dios. Ponemos nuestra fe (confianza) en su fidelidad y en las promesas de su
Palabra. Sin embargo, en mi ya larga trayectoria, he podido darme cuenta
claramente que mi fe tambalea cuando el Señor me ha prometido algo y se demora
en llegar. Ahí es cuando tengo que volver a esta Escritura y recordar que no
vacilo como una incrédula; antes por el contrario, tengo que reafirmar mi fe y
dar gloria a Dios, convencida de que Él tiene poder para cumplir lo prometido.
Y si soy sincera, mi fe tambaleó mucho más durante los años vividos en crisis
financiera, que cuando he estado al borde de la muerte.
Por eso me gusta tanto
este capítulo de Romanos. Es exactamente, lo que nos pasa constantemente a la
mayoría de cristianos y en lo cual tenemos que cambiar. Contra toda esperanza, tenemos que creer y
esperar (v.18). Con el Señor lo difícil se vuelve fácil y lo oscuro, claro.
Para Él no existen imposibles. ¡Pongamos nuestra fe a actuar!
Amado Señor: Gracias
por tu bendita Palabra que es la que nos motiva a confiar plenamente en Ti.
Gracias por la semilla pequeña de fe que tenemos. Te rogamos que permitas que
crezca de tal modo, que aprendamos a llamar las cosas como si ya existieran. No
es fácil Señor. Estamos tan acostumbrados a ser como Tomás: si no vemos no creemos,
y lo que esperas de nosotros es precisamente lo contrario: que sin ver,
creamos. ¡Aumenta nuestra fe Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario