jueves, 24 de marzo de 2016

Sublime sacrificio solo por amor




Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto! 
Isaías 52:13-14.


Lectura: Isaías 52:13-53:12.  Versículos del día: Isaías 52:13-14.

MEDITACIÓN DIARIA

Sería excelente que todo el pueblo que se llama cristiano (católicos, ortodoxos y protestantes), pusiéramos la debida atención a lo que conmemoramos en esta semana. Desde los tiempos de Isaías, se había profetizado la misión de Jesús aquí en la tierra y lo que sería su pasión y muerte. Estamos mal acostumbrados a ver un crucifijo con un rostro que aunque lo rodea una corona de espinas, se distingue en sí su figura. Pero así no fue exactamente como quedó el Señor. La gente se asombró de verlo porque tenía completamente desfigurado el semblante. Dice: “¡nada de humano tenía su aspecto!”  ¿Qué era entonces? ¡Quizá un bulto, una masa! Y es que si seguimos con la lectura encontramos que aparte de ser rechazado por los hombres porque: “Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos” (53:3). Además de eso, “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades” (v. 5). Tal vez si no entendimos que su figura era una masa, quizá lo entendamos al saber que fue molido por nuestras iniquidades. La masa de maíz, resulta después de molerlo y remolerlo. ¡Así quedó nuestro buen Jesús! Y todo lo hizo por amor (Juan 3:16; Romanos 5:8); triunfó sobre la muerte para rescatarnos de las garras del infierno, limpiarnos, darnos sanidad, salvación y vida eterna. Para cerciorarnos que esta profecía se cumplió sería bueno remitirnos a los evangelios (Mateo 27; Marcos 15; Lucas 23; Juan 18-19).
La humanidad caída, en cabeza de los judíos estaba presente. Si seguimos en nuestros pecados, sin reconocer su sufrimiento y lo que hizo por nosotros en esa pasión, donde no fue suficiente la corona de espinas en su sien, ni los azotes sobre sus espaldas ni los clavos en manos y pies sino que además cruelmente el soldado romano para convencerse de su muerte perforó su corazón con una lanza, estamos menospreciando su obra redentora y ya no habrá nada más que pueda salvar al hombre del infierno.
Por eso, yo los animo a que pidan la ayuda del Espíritu Santo y lean con detenimiento lo que fue la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo y lo acepten como su Salvador personal.

Amado Padre Celestial: Fue tanto tu amor por el hombre, que no dudaste en mandar a tu Hijo amado al mundo, solamente con el propósito de que cumpliera fielmente la misión y muriera tan cruentamente como lo hizo. En medio del dolor que nos causa sin estar presentes, saber que sí fuimos partícipes de su muerte, te damos gracias bendito Padre por reconciliarnos contigo a través de Jesús. ¡Gracias Señor Jesús! En verdad no merecíamos tanto y ofreciste todo tu cuerpo, toda tu vida para darnos el mejor regalo: una salvación inmerecida. Gracias Precioso Espíritu Santo por revelarnos tan grande y majestuoso misterio. ¡Te amamos Dios Poderoso, Eterno y Sublime Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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