Miren, mi siervo triunfará; será exaltado, levantado y muy enaltecido. Muchos se asombraron de él, pues tenía desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su aspecto!Isaías 52:13-14.
Lectura: Isaías
52:13-53:12. Versículos del día: Isaías
52:13-14.
MEDITACIÓN DIARIA
Sería excelente que
todo el pueblo que se llama cristiano (católicos, ortodoxos y protestantes),
pusiéramos la debida atención a lo que conmemoramos en esta semana. Desde los
tiempos de Isaías, se había profetizado la misión de Jesús aquí en la tierra y lo
que sería su pasión y muerte. Estamos mal acostumbrados a ver un crucifijo con
un rostro que aunque lo rodea una corona de espinas, se distingue en sí su
figura. Pero así no fue exactamente como quedó el Señor. La gente se asombró de
verlo porque tenía completamente desfigurado el semblante. Dice: “¡nada de
humano tenía su aspecto!” ¿Qué era
entonces? ¡Quizá un bulto, una masa! Y es que si seguimos con la lectura
encontramos que aparte de ser rechazado por los hombres porque: “Todos evitaban
mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos” (53:3). Además de eso, “Él fue
traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades” (v. 5). Tal
vez si no entendimos que su figura era una masa, quizá lo entendamos al saber
que fue molido por nuestras iniquidades.
La masa de maíz, resulta después de molerlo y remolerlo. ¡Así quedó nuestro
buen Jesús! Y todo lo hizo por amor (Juan 3:16; Romanos 5:8); triunfó sobre la
muerte para rescatarnos de las garras del infierno, limpiarnos, darnos sanidad,
salvación y vida eterna. Para cerciorarnos que esta profecía se cumplió sería
bueno remitirnos a los evangelios (Mateo 27; Marcos 15; Lucas 23; Juan 18-19).
La humanidad caída, en cabeza de los judíos
estaba presente. Si seguimos en nuestros pecados, sin reconocer su sufrimiento
y lo que hizo por nosotros en esa pasión, donde no fue suficiente la corona de
espinas en su sien, ni los azotes sobre sus espaldas ni los clavos en manos y
pies sino que además cruelmente el soldado romano para convencerse de su muerte
perforó su corazón con una lanza, estamos menospreciando su obra redentora y ya
no habrá nada más que pueda salvar al hombre del infierno.
Por eso, yo los animo a
que pidan la ayuda del Espíritu Santo y lean con detenimiento lo que fue la
pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo y lo acepten como su
Salvador personal.
Amado Padre Celestial:
Fue tanto tu amor por el hombre, que no dudaste en mandar a tu Hijo amado al
mundo, solamente con el propósito de que cumpliera fielmente la misión y
muriera tan cruentamente como lo hizo. En medio del dolor que nos causa sin
estar presentes, saber que sí fuimos partícipes de su muerte, te damos gracias
bendito Padre por reconciliarnos contigo a través de Jesús. ¡Gracias Señor
Jesús! En verdad no merecíamos tanto y ofreciste todo tu cuerpo, toda tu vida para
darnos el mejor regalo: una salvación inmerecida. Gracias Precioso Espíritu
Santo por revelarnos tan grande y majestuoso misterio. ¡Te amamos Dios
Poderoso, Eterno y Sublime Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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