Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.Romanos 3:23-24.
Lectura: Romanos 3:21-31. Versículos del día: Romanos 3:23-24.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús vino a
la tierra con un propósito específico; todos hemos pecado y por lo tanto
estamos separados de Dios. De este modo, si tenemos fe en Jesucristo, Dios nos
justifica. De ahí que Dios no medirá las obras. Efesios dice que anteriormente
nosotros también estábamos muertos en nuestros pecados y transgresiones,
conduciéndonos por el camino de las tinieblas. Dios en su infinita misericordia
y amor nos dio vida con Cristo Jesús (Efesios 2). Es que así no nos diéramos
cuenta y hubiéramos hecho la cantidad de obras que ameritaran lo contrario,
esto no era lo necesario para alcanzar la salvación. “Porque por gracia ustedes
han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el
regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” (Efesios 2:8-9). Si
ponemos por encima las obras creyendo que somos nosotros los que alcanzamos la
salvación, estamos ufanándonos e invalidando el sacrificio del Señor. No nos confundamos:
una cosa es hacer obras, convencidos de que estas nos darán salvación y otra
muy diferente hacerlas porque ya tenemos la salvación. En otras palabras, las
obras se convierten para los cristianos, en una bandera que los identifica como
tales.
Busquemos a Jesús, es
el único que puede llevarnos a Dios Padre porque fue Él quien nos amó tanto que mandó a su Hijo a morir por
nosotros y darnos el precioso regalo de la salvación.
Amado Padre Celestial: Hoy
confesamos, declaramos y proclamamos que aceptamos a Jesús como Redentor de
nuestras vidas. Que mediante la fe en Él, Tú nos justificas y nos das derecho a
la salvación, y que no necesitamos hacer nada para merecerla porque es por tu
buena voluntad que has permitido que la alcancemos. No nos cansamos de
agradecerte el habernos justificado gratuitamente mediante el sacrificio de
expiación de tu Hijo amado por nosotros. ¡Es el mejor regalo que hayamos podido
recibir! ¡Te alabamos, te bendecimos y te damos todo el honor y la gloria que
mereces!
Un abrazo y
bendiciones.
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