sábado, 12 de marzo de 2016

El precioso regalo de la salvación




Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. 
Romanos 3:23-24.


Lectura: Romanos 3:21-31.  Versículos del día: Romanos 3:23-24.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor Jesús vino a la tierra con un propósito específico; todos hemos pecado y por lo tanto estamos separados de Dios. De este modo, si tenemos fe en Jesucristo, Dios nos justifica. De ahí que Dios no medirá las obras. Efesios dice que anteriormente nosotros también estábamos muertos en nuestros pecados y transgresiones, conduciéndonos por el camino de las tinieblas. Dios en su infinita misericordia y amor nos dio vida con Cristo Jesús (Efesios 2). Es que así no nos diéramos cuenta y hubiéramos hecho la cantidad de obras que ameritaran lo contrario, esto no era lo necesario para alcanzar la salvación. “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” (Efesios 2:8-9). Si ponemos por encima las obras creyendo que somos nosotros los que alcanzamos la salvación, estamos ufanándonos e invalidando el sacrificio del Señor. No nos confundamos: una cosa es hacer obras, convencidos de que estas nos darán salvación y otra muy diferente hacerlas porque ya tenemos la salvación. En otras palabras, las obras se convierten para los cristianos, en una bandera que los identifica como tales.
Busquemos a Jesús, es el único que puede llevarnos a Dios Padre porque fue Él quien  nos amó tanto que mandó a su Hijo a morir por nosotros y darnos el precioso regalo de la salvación.

Amado Padre Celestial: Hoy confesamos, declaramos y proclamamos que aceptamos a Jesús como Redentor de nuestras vidas. Que mediante la fe en Él, Tú nos justificas y nos das derecho a la salvación, y que no necesitamos hacer nada para merecerla porque es por tu buena voluntad que has permitido que la alcancemos. No nos cansamos de agradecerte el habernos justificado gratuitamente mediante el sacrificio de expiación de tu Hijo amado por nosotros. ¡Es el mejor regalo que hayamos podido recibir! ¡Te alabamos, te bendecimos y te damos todo el honor y la gloria que mereces!

Un abrazo y bendiciones.

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