¡Sonríele a la vida, Israel! ¿Quién como tú pueblo rescatado por el Señor? Él es tu escudo y tu ayuda; él es tu espada victoriosa.Deuteronomio 33:29.
Lectura diaria: Deuteronomio 33:26-29. Versículo principal: Deuteronomio 33:29.
REFLEXIÓN
Hay que aprender a sonreírle a la
vida a pesar de las dificultades que se tengan que afrontar. Definitivamente la confianza en Dios está
basada en estos hechos. ¿Cómo podemos
decir que confiamos en Dios, si no fuera porque ante lo adverso ponemos nuestra
mirada en Él? Necesitamos de los
problemas para acrecentar nuestra fe y poder decir que en verdad confiamos en
el Señor.
Cambiémosle el Israel, el Jacob, el
Jesurún o pueblo que se encuentran en la lectura, y coloquemos nuestro nombre
ahí. Fuimos rescatados por el Señor,
cuando Él llegó a nuestra vida; desde ese momento se convirtió en nuestro
guarda, escudo y protector. Es el Señor
quien nos saca victorioso en las batallas que enfrentamos. “No hay nadie como el Dios de Jesurún que
cabalga en los cielos, entre las nubes con toda su majestad. El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre
te sostiene entre sus brazos. Expulsará
de tu presencia al enemigo y ordenará que lo destruyas” (vv. 26-27).
¿Qué mas podemos pedir si tenemos
al Dios de la vida? Tenemos al Santo, al
Justo, al Todopoderoso creador de cielos y de tierra. Entonces, hay que vivir sonriendo; buscando
el lado positivo cuando nos llega la adversidad. Al hablar sobre este tema, siempre pienso en
la película de Roberto Benigni “La vida
es bella”. A pesar de las dificultades,
al ser arrestados y llevados a un campo de concentración Nazi, Guido (el padre)
hace sonreír a su hijo Giosuè. Al final
de la película se esucha la voz de Giosuè ya adulto que dice: “Esta es mi
historia. Ese es el sacrificio que hizo mi padre. Aquel fue el regalo que tenía
para mí”.
Considero que al igual, cuando se
termine y llegue el final de nuestra película, podemos reconocer victoriosos el
sacrificio del Padre celestial, al mandarnos a su Hijo Jesucristo como el mejor
regalo que le había prodigado a la humanidad.
Y durante toda esta película, sonreímos porque la esperanza de la gloria
futura está por encima de todos los sufrimientos de este mundo.
Obedezcamos el mandato de “estar
siempre gozosos” (Filipenses 4:4; 1 Tesalonicenses 5:16); además el gozo o la
alegría es el fruto del Santo Espíritu de Dios que mora en nosotros. Nuestro rostro se hermosea cuando estamos
alegres (Proverbios 15:13a); así que si queremos estar hermosos, debemos
aprender a sonreír.
Amado Señor: Gracias por
permitirnos entender que no existe alegría mayor que la de saber que estás a
nuestro lado mientras estamos en esta vida; y que después en la gloria venidera
será muchísimo mejor vivir contigo eternamente.
Un abrazo y bendiciones.
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