lunes, 10 de diciembre de 2012

Vivir sonriendo



¡Sonríele a la vida, Israel!  ¿Quién como tú pueblo rescatado por el Señor?  Él es tu escudo y tu ayuda; él es tu espada victoriosa.  
 Deuteronomio 33:29.


Lectura diaria: Deuteronomio 33:26-29.  Versículo principal: Deuteronomio 33:29.

REFLEXIÓN

Hay que aprender a sonreírle a la vida a pesar de las dificultades que se tengan que afrontar.  Definitivamente la confianza en Dios está basada en estos hechos.  ¿Cómo podemos decir que confiamos en Dios, si no fuera porque ante lo adverso ponemos nuestra mirada en Él?  Necesitamos de los problemas para acrecentar nuestra fe y poder decir que en verdad confiamos en el Señor.
Cambiémosle el Israel, el Jacob, el Jesurún o pueblo que se encuentran en la lectura, y coloquemos nuestro nombre ahí.  Fuimos rescatados por el Señor, cuando Él llegó a nuestra vida; desde ese momento se convirtió en nuestro guarda, escudo y protector.  Es el Señor quien nos saca victorioso en las batallas que enfrentamos.  “No hay nadie como el Dios de Jesurún que cabalga en los cielos, entre las nubes con toda su majestad.  El Dios sempiterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre sus brazos.  Expulsará de tu presencia al enemigo y ordenará que lo destruyas” (vv. 26-27).
¿Qué mas podemos pedir si tenemos al Dios de la vida?  Tenemos al Santo, al Justo, al Todopoderoso creador de cielos y de tierra.  Entonces, hay que vivir sonriendo; buscando el lado positivo cuando nos llega la adversidad.  Al hablar sobre este tema, siempre pienso en la película de Roberto Benigni   “La vida es bella”.  A pesar de las dificultades, al ser arrestados y llevados a un campo de concentración Nazi, Guido (el padre) hace sonreír a su hijo Giosuè.  Al final de la película se esucha la voz de Giosuè ya adulto que dice: “Esta es mi historia. Ese es el sacrificio que hizo mi padre. Aquel fue el regalo que tenía para mí”.
Considero que al igual, cuando se termine y llegue el final de nuestra película, podemos reconocer victoriosos el sacrificio del Padre celestial, al mandarnos a su Hijo Jesucristo como el mejor regalo que le había prodigado a la humanidad.  Y durante toda esta película, sonreímos porque la esperanza de la gloria futura está por encima de todos los sufrimientos de este mundo. 
Obedezcamos el mandato de “estar siempre gozosos” (Filipenses 4:4; 1 Tesalonicenses 5:16); además el gozo o la alegría es el fruto del Santo Espíritu de Dios que mora en nosotros.  Nuestro rostro se hermosea cuando estamos alegres (Proverbios 15:13a); así que si queremos estar hermosos, debemos aprender a sonreír.

Amado Señor: Gracias por permitirnos entender que no existe alegría mayor que la de saber que estás a nuestro lado mientras estamos en esta vida; y que después en la gloria venidera será muchísimo mejor vivir contigo eternamente.

Un abrazo y bendiciones.

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