¡Te saludo, tú que has recibido el favor de Dios! El Señor está contigo.Lucas 1:28.
Lectura diaria: Lucas 1:26-45. Versículo de estudio: Lucas 1:28.
REFLEXIÓN
Desde que comprendí lo que había
hecho la bendita virgen María en el momento de la Anunciación, la he admirado
más como mujer. Mujer que nos deja un
ejemplo de valentía, humildad y disposición para acatar las decisiones del Dios
Todopoderoso.
Y es que el anuncio nos llega a todos. En el momento en que escuchamos palabras
como: “Dios te ama, y tiene planes maravillosos para ti”, o “Dios está a la
puerta de tu vida, llamando para que le dejes seguir”, es porque llegó el
tiempo de tu anuncio. Anuncio que cada
uno decide si lo acepta o no. Muchas
veces se piensa más en convicciones o tradiciones familiares que da miedo
romper, que en el mismo anuncio del Señor Jesucristo de querer entrar en
nuestras vidas y acceder a este compromiso.
Me impresiona el carácter de
María; en ningún momento titubeó ni se puso a pensar en las consecuencias que
su decisión le traería. Hasta su prima Elisabet, le alabó este proceder: “¡Dichosa
tú que has creído!” (v. 45). Recordemos
que María todavía no estaba casada con José, y que una mujer en esa época por
un motivo como éste (de quedar embarazada sin casarse), era lapidada.
Pienso y sigo recapacitando sobre
el tema; llego a la conclusión que es tanto el amor de Dios por nosotros de
anunciarnos una nueva vida, que no lo
hace ni una, ni dos veces sino cuantas sean necesarias para ver si por fin accedemos
también a permitir que Jesús se pose en nuestros corazones, y aceptemos el mensaje
de salvación por el cual Él vino al mundo.
No podemos tampoco sentarnos a
pensar: “por ahora no lo merezco”; “soy demasiado pecador para aceptarlo”; “en
otra ocasión lo haré”. No; todos estos pensamientos
no son válidos. Ninguno lo merecemos;
Dios muestra su amor sabiendo que aún siendo pecadores, Cristo murió por
nosotros (Romanos 5:8). Dios puede
transformar hasta la vida del asesino más vil que podamos encontrar, porque
para Él no existe nada imposible (v. 37 en la lectura); no hay nada que le
quede grande y nosotros somos hechura suya; solo que buscamos otros caminos y
nos desviamos del propósito inicial que nos tenía preparado. Por eso, es necesario retomar su anuncio de salvación y aceptarlo
en nuestras vidas como nuestro Señor y Salvador personal. Imitemos las palabras de María, digámosle también: "Aquí me tienes, acepto tu voluntad".
Amado Dios: Gracias por haber
enviado a tu Hijo Jesús al mundo para encontrar a través de Él la salvación. Gracias Señor Jesús por venir a morar en
nuestros corazones y darnos contigo el gozo de una vida eterna.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario