martes, 25 de diciembre de 2012

¡Mis ojos han visto tu salvación!



Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel. 
Lucas 2:30-31.


Lectura diaria: Lucas 2:25-35.  Versículos principales: Lucas 2:30-31.

REFLEXIÓN

Quien quiera que haya conocido al Señor Jesucristo, no puede decir que no ha visto su gloria.  Mentiríamos si dijésemos lo contrario.  El solo hecho de entregarle la vida, y pasar de un antes de…, a un después de… es una experiencia maravillosa.  Podemos con  gozo exclamar: ¡Dios es mi salvación! Has abierto mis ojos y ahora veo la luz que ilumina mi existir.  Sí; la salvación es el regalo más extraordinario que alguien pueda recibir y con el nacimiento del Señor eso fue lo que ocurrió.  Todo un Dios se hizo hombre solamente para que por su intermedio pudiéramos tener la entrada gratuita al cielo. 
Yo les puedo asegurar que así es.  Lo he visto con mis propios ojos.  Mi vida es un testimonio vivo de su poder, misericordia y amor.  ¡Mis ojos han visto tu salvación!  Y no se ha quedado ahí el Señor; además de venir a redimir mis culpas ha iluminado mi camino, me ha renovado las fuerzas.  He caído, pero Él ha vuelto a levantarme: “¡Dios es mi salvación!  Confiaré en él y no temeré.  El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!” (Isaías 12:2).  Mi Señor lo es todo y sin Él, ese todo no tiene sentido.  Día a día me muestra su soberanía y majestuosidad, haciéndose sentir como el Dios Todopoderoso.  Cuando estoy triste: “Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible” (Salmo 19:3),  no es sino que mire sus cielos y entienda la noticia: no estoy sola, ahí está mi Amado, mi Redentor, mi Niñito Jesús hecho hombre para abrigarme e inundarme de su paz y su bondad.  ¿Cómo poder negarte mi Señor si a diario contemplo tu favor?    
“Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre” (Isaías 12:4).  ¡Es difícil quedarse callado cuando hay tanto por testificar!

Amado Jesús: Al igual que Simeón puedo decir que he visto tu salvación.  He  comprobado que eres el Dios verdadero, eterno y sublime.  Mis ojos han visto tanto de Ti, que no tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mí.  Solo me queda alabarte mi Señor y proclamar ante el mundo, la grandeza de tu nombre.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: