Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.Lucas 2:30-31.
Lectura diaria: Lucas
2:25-35. Versículos principales: Lucas
2:30-31.
REFLEXIÓN
Quien quiera que haya conocido al
Señor Jesucristo, no puede decir que no ha visto su gloria. Mentiríamos si dijésemos lo contrario. El solo hecho de entregarle la vida, y pasar
de un antes de…, a un después de… es una experiencia maravillosa. Podemos con gozo exclamar: ¡Dios es mi salvación! Has
abierto mis ojos y ahora veo la luz que ilumina mi existir. Sí; la salvación es el regalo más
extraordinario que alguien pueda recibir y con el nacimiento del Señor eso fue
lo que ocurrió. Todo un Dios se hizo
hombre solamente para que por su intermedio pudiéramos tener la entrada
gratuita al cielo.
Yo les puedo asegurar que así es. Lo he visto con mis propios ojos. Mi vida es un testimonio vivo de su poder,
misericordia y amor. ¡Mis ojos han visto
tu salvación! Y no se ha quedado ahí el
Señor; además de venir a redimir mis culpas ha iluminado mi camino, me ha
renovado las fuerzas. He caído, pero Él
ha vuelto a levantarme: “¡Dios es mi salvación!
Confiaré en él y no temeré. El
Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!” (Isaías
12:2). Mi Señor lo es todo y sin Él, ese
todo no tiene sentido. Día a día me
muestra su soberanía y majestuosidad, haciéndose sentir como el Dios
Todopoderoso. Cuando estoy triste: “Sin
palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible” (Salmo 19:3), no es sino que mire sus cielos y entienda la
noticia: no estoy sola, ahí está mi Amado, mi Redentor, mi Niñito Jesús hecho
hombre para abrigarme e inundarme de su paz y su bondad. ¿Cómo poder negarte mi Señor si a diario
contemplo tu favor?
“Alaben al Señor, invoquen su
nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su
nombre” (Isaías 12:4). ¡Es difícil quedarse
callado cuando hay tanto por testificar!
Amado Jesús: Al igual que Simeón
puedo decir que he visto tu salvación.
He comprobado que eres el Dios
verdadero, eterno y sublime. Mis ojos
han visto tanto de Ti, que no tengo palabras para agradecerte todo lo que has
hecho por mí. Solo me queda alabarte mi
Señor y proclamar ante el mundo, la grandeza de tu nombre.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario