Señor, tú eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre porque has hecho maravillas. Desde tiempos antiguos tus planes son fieles y seguros.Isaías 25:1.
Lectura diaria: Isaías 25:1-9. Versículo principal: Isaías 25:1.
REFLEXIÓN
Terminando este
año, voy buscando una lectura para compartir y por lo general me encuentro con
un pasaje como el de hoy; y es que no puedo pasar por alto mi gratitud hacia el
Señor por las maravillas que ha realizado no solo conmigo en el año que culmina
sino con diferentes familiares. Sé que a
veces menospreciamos los milagros del Señor, porque algunos nos parecen demasiado
simples y entonces, los atribuimos a la lógica o la casualidad, sin ser
así. Sin embargo, también sé que hay
milagros que sobrepasan el límite de nuestras expectativas y que sin duda nadie
los puede negar.
Lo hecho por
el Señor en mi vida a comienzos de este semestre, como lo hecho hacia mi
querido primo-consuegro en estos últimos días, no tiene explicación científica alguna
inclusive para los equipos médicos que nos atendieron, más que como ellos
mismos lo expresaron: “un milagro de Dios” o “la mano de Dios estaba ahí
presente”. Sin ir muy lejos, el domingo
por la noche una familia muy querida para mí y a quienes puedo catalogar de
familiares directos míos, sufrió un accidente en carreteras de los Estados
Unidos y milagrosamente después de dar tumbos y tumbos, ellos salieron
completamente ilesos. Todas estas
situaciones no me dan más sino para reflexionar y decir: ¡Gracias Dios! ¡Eres tan Grande, tan Fenomenal que solamente
viviendo estas circunstancias podemos reconocer tu poder y majestad! Y lo digo así, porque en ocasiones cuando
sabemos lo que el Señor ha realizado por otros, decimos a la ligera: “Gracias
Señor” o “¡qué milagro! Pero hacerlo con
el corazón, con los cinco sentidos puestos en Él, es cosa diferente. Definitivamente es muy distinto ver los toros
desde la barrera y otra, enfrentarse a ellos directamente. “De oídas había oído
hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos” (Job 42:5).
Por todo
esto, además de los bienes materiales y quizá otros superficiales que el Señor
nos ha regalado durante el 2012, mi corazón no puede parar de agradecerle: “Porque
tu has sido en su angustia, un baluarte para el desvalido, un refugio para el
necesitado, un resguardo contra la tormenta, una sombra contra el calor” (v.
4). Él “Devorará a la muerte para
siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro” (v. 8), ¡y
así has actuado mi buen Señor!
¿Cómo
no rendirte cánticos de gratitud, cuando Tú has sido tan especial? Pero aún, si no fuera así, te aseguro que me rendiré
a Tí como Habacuc: “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las
vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque
en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me
regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en
Dios, mi libertador! El Señor
omnipotente es mi fuerza; da mis pies la ligereza de una gacela y me hace
caminar por las alturas” (Habacuc 3:17-19).
¡Gracias Señor! No merecemos
tanto amor.
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario