miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cánticos de gratitud



Señor, tú eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre porque has hecho maravillas.  Desde tiempos antiguos tus planes son fieles y seguros. 
Isaías 25:1.


Lectura diaria: Isaías 25:1-9.  Versículo principal: Isaías 25:1.

REFLEXIÓN

Terminando este año, voy buscando una lectura para compartir y por lo general me encuentro con un pasaje como el de hoy; y es que no puedo pasar por alto mi gratitud hacia el Señor por las maravillas que ha realizado no solo conmigo en el año que culmina sino con diferentes familiares.  Sé que a veces menospreciamos los milagros del Señor, porque algunos nos parecen demasiado simples y entonces, los atribuimos a la lógica o la casualidad, sin ser así.  Sin embargo, también sé que hay milagros que sobrepasan el límite de nuestras expectativas y que sin duda nadie los puede negar. 
Lo hecho por el Señor en mi vida a comienzos de este semestre, como lo hecho hacia mi querido primo-consuegro en estos últimos días, no tiene explicación científica alguna inclusive para los equipos médicos que nos atendieron, más que como ellos mismos lo expresaron: “un milagro de Dios” o “la mano de Dios estaba ahí presente”.  Sin ir muy lejos, el domingo por la noche una familia muy querida para mí y a quienes puedo catalogar de familiares directos míos, sufrió un accidente en carreteras de los Estados Unidos y milagrosamente después de dar tumbos y tumbos, ellos salieron completamente ilesos.  Todas estas situaciones no me dan más sino para reflexionar y decir: ¡Gracias Dios!  ¡Eres tan Grande, tan Fenomenal que solamente viviendo estas circunstancias podemos reconocer tu poder y majestad!  Y lo digo así, porque en ocasiones cuando sabemos lo que el Señor ha realizado por otros, decimos a la ligera: “Gracias Señor” o “¡qué milagro!  Pero hacerlo con el corazón, con los cinco sentidos puestos en Él, es cosa diferente.  Definitivamente es muy distinto ver los toros desde la barrera y otra, enfrentarse a ellos directamente. “De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos” (Job 42:5).
Por todo esto, además de los bienes materiales y quizá otros superficiales que el Señor nos ha regalado durante el 2012, mi corazón no puede parar de agradecerle: “Porque tu has sido en su angustia, un baluarte para el desvalido, un refugio para el necesitado, un resguardo contra la tormenta, una sombra contra el calor” (v. 4).  Él “Devorará a la muerte para siempre; el Señor omnipotente enjugará las lágrimas de todo rostro” (v. 8), ¡y así has actuado mi buen Señor!

¿Cómo no rendirte cánticos de gratitud, cuando Tú has sido tan especial?  Pero aún, si no fuera así, te aseguro que me rendiré a Tí como Habacuc: “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor,  ¡me alegraré en Dios, mi libertador!  El Señor omnipotente es mi fuerza; da mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas” (Habacuc 3:17-19).  ¡Gracias Señor!  No merecemos tanto amor.

Un abrazo y bendiciones.

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