sábado, 29 de diciembre de 2012

El tiempo y la justicia



Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.  
 Eclesiastés 3:11.


Lectura diaria: Eclesiastés 3:1-22.  Versículo principal: Eclesiastés 3:11.

REFLEXIÓN

No sé si será que parece o así es, pero el tiempo cada vez se torna más corto.  A veces creo que es el mismo avance científico que nos da esta percepción; pues como todo es para “ya” y en los trabajos para “antier” es tarde; el avance abrupto de las comunicaciones y de los medios electrónicos, hacen de la vida un corre-corre espantoso.  Y paradójicamente: el tiempo cada vez alcanza para menos.
Considero entonces, que el sentido del tiempo nos lo damos todos.  Cada persona en mi concepto tiene la obligación de saber administrarlo y de ella depende el trato que se le de.  Sin embargo, como no todos pensamos de igual modo, no es fácil implantarlo en las compañías y empresas, donde para ellas vale oro; pues cada minuto que se pierda es ganancia dejada de percibir.
“Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (v.1); y si aquí no hay el tiempo para implantar justicia: “Al justo y al malvado los juzgará Dios, pues hay un tiempo para toda obra y un lugar para toda acción”.  El título de este párrafo (v.16-22) es “Contradicciones de la vida” y así es.  Pensando en mi país, me parece demasiado contradictorio y a la vez injusto que el pueblo tenga que pagar las consecuencias de una Rama Judicial que solo levantó un paro, para salir a vacaciones de diciembre y tal parece que en enero vuelven a lo mismo.  Me pregunto: ¿si esto son los señores que imparten la justicia, qué esperamos de los del común?  Muy seguramente a ellos (los del Poder Judicial), que también son de “cuello blanco”, les subirán a su antojo sus salarios, al igual que lo harán los del Congreso y el Alto Gobierno, mientras que al obrero, al pobre y desvalido únicamente se le agrega a su salario que de por sí ya es pésimo, miserables veintidós mil pesos.  “Pensé también con respecto a los hombres: ‘Dios los está poniendo a prueba, para que ellos mismos se den cuenta de que son como los animales’” (v. 18).
Como conclusión: así no entendamos ni sepamos definir exactamente “el tiempo”, Dios que es el Juez por excelencia se encargará de hacer justicia a su debido tiempo, porque el dicho lo dice muy claro: “Arriba está, quien abajo mira”.  Si Dios no la imparte en este mundo, tocará asumir las consecuencias en el venidero, así ellos no lo crean.

Amado Dios: Permite que al menos los que nos llamamos cristianos marquemos la diferencia en cuanto a la justicia se refiere.  Enséñanos a conocer y practicar tus leyes y ser justos con quienes laboran o dependen de nosotros.  De una manera especial, oramos por aquellos que les toca trabajar incansablemente para lograr llevar un sustento diario a sus familias.

Un abrazo y bendiciones.

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