Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin.Eclesiastés 3:11.
Lectura diaria: Eclesiastés
3:1-22. Versículo principal: Eclesiastés
3:11.
REFLEXIÓN
No sé si será que parece o así
es, pero el tiempo cada vez se torna más corto.
A veces creo que es el mismo avance científico que nos da esta
percepción; pues como todo es para “ya” y en los trabajos para “antier” es
tarde; el avance abrupto de las comunicaciones y de los medios electrónicos,
hacen de la vida un corre-corre espantoso.
Y paradójicamente: el tiempo cada vez alcanza para menos.
Considero entonces, que el
sentido del tiempo nos lo damos todos.
Cada persona en mi concepto tiene la obligación de saber administrarlo y
de ella depende el trato que se le de.
Sin embargo, como no todos pensamos de igual modo, no es fácil
implantarlo en las compañías y empresas, donde para ellas vale oro; pues cada
minuto que se pierda es ganancia dejada de percibir.
“Todo tiene su momento oportuno;
hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” (v.1); y si aquí no hay
el tiempo para implantar justicia: “Al justo y al malvado los juzgará Dios,
pues hay un tiempo para toda obra y un lugar para toda acción”. El título de este párrafo (v.16-22) es “Contradicciones
de la vida” y así es. Pensando en mi
país, me parece demasiado contradictorio y a la vez injusto que el pueblo tenga
que pagar las consecuencias de una Rama Judicial que solo levantó un paro, para
salir a vacaciones de diciembre y tal parece que en enero vuelven a lo
mismo. Me pregunto: ¿si esto son los
señores que imparten la justicia, qué esperamos de los del común? Muy seguramente a ellos (los del Poder
Judicial), que también son de “cuello blanco”, les subirán a su antojo sus
salarios, al igual que lo harán los del Congreso y el Alto Gobierno, mientras
que al obrero, al pobre y desvalido únicamente se le agrega a su salario que de
por sí ya es pésimo, miserables veintidós mil pesos. “Pensé también con respecto a los hombres: ‘Dios
los está poniendo a prueba, para que ellos mismos se den cuenta de que son como
los animales’” (v. 18).
Como conclusión: así no
entendamos ni sepamos definir exactamente “el tiempo”, Dios que es el Juez por
excelencia se encargará de hacer justicia a su debido tiempo, porque el dicho
lo dice muy claro: “Arriba está, quien abajo mira”. Si Dios no la imparte en este mundo, tocará
asumir las consecuencias en el venidero, así ellos no lo crean.
Amado Dios: Permite que al menos los
que nos llamamos cristianos marquemos la diferencia en cuanto a la justicia se
refiere. Enséñanos a conocer y practicar
tus leyes y ser justos con quienes laboran o dependen de nosotros. De una manera especial, oramos por aquellos
que les toca trabajar incansablemente para lograr llevar un sustento diario a
sus familias.
Un abrazo y bendiciones.
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