Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.Mateo 1:19.
Lectura diaria: Mateo
1:18-25. Versículo principal: Mateo 1:19.
REFLEXIÓN
Para José, el hombre que estaba
comprometido con María para casarse con ella, no debió ser nada fácil, encontrarse
de la noche a la mañana que María estaba embarazada. Sin embargo, él estaba dispuesto a obrar de
una manera correcta e íntegra sin hacerle daño a la mujer que amaba.
Si nos ponemos en los zapatos de
José, tenemos que entender que debió sufrir bastante con este hecho. Creo que cualquier hombre que se respete, se
sentiría defraudado y deshonrado al saber que ad portas de su matrimonio, su novia está
embarazada de otro. En aquellos tiempos una situación de esta índole era causal
de muerte para la mujer y de manera muy denigrante: lapidada o sea muerta a
piedra (Deuteronomio 22:23-24).
Sigue relatando el pasaje que el
ángel se le apareció en sueños a José y le dijo que no temiera recibir a María
como esposa, porque lo que ella tenía en su vientre era obra del Espíritu Santo
y lo instruyó sobre los pormenores del nacimiento de Jesús (vv. 20-21). José entonces, se vio abocado a cumplir lo
dispuesto por Dios y llevar con María la misión que les había
correspondido. Tampoco debió ser fácil
enfrentarse a los demás con un cúmulo de preguntas que muy seguramente le
hicieron; por ejemplo: en esa época también se solía llamar a los primogénitos
con el nombre del padre. Debieron ser
muchos los que le cuestionaron el no ponerle al hijo su nombre.
Si en María vemos reflejada la
humildad y obediencia inmediata para acatar los designios de Dios, José es la
muestra del varón de Dios, respetuoso, responsable, noble, sencillo, conocedor
de las Escrituras y con una madurez espiritual íntegra, dispuesto a afrontar lo
que le viniera encima con tal de ser partícipe de tan extraordinario
acontecimiento y poner su grano de arena para que el cumplimiento de la promesa
se cumpliera.
Necesitamos en este mundo no
solamente muchas “Marías”, sino abundantes “Josés”. Hombres dispuestos a liderar hogares que se
levanten en el temor y reverencia a Dios.
Hombres capaces de decir: “no”, cuando se quiere tergiversar las leyes
ordenadas por Dios. Hombres de carácter
para enfrentar los diversos problemas que surgen en un hogar.
Como conclusión: Ojalá todas las
mujeres fuésemos como María, dispuestas a recibir al Señor sin condición
alguna. Pero por encima de ellas, mucho
más importante sería encontrar hombres de valor capaces de llevar las riendas
de un hogar, ya que la responsabilidad de ellos ante Dios es muchísimo mayor:
son las cabezas que deben saber dirigir en todas las áreas a quien es su mujer
y a los hijos también.
Amado Señor: Hoy oramos por todos
los hombres que rodean nuestra vida: esposos, hijos, padres, hermanos, primos, cuñados
y amigos en general para que ellos te conozcan de verdad, entiendan tu Palabra
y acaten tus mandatos. Te pedimos que
los hagas verdaderos guías, resueltos a devolver a la sociedad el liderazgo que
como cabeza les corresponde.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario