miércoles, 25 de julio de 2012

Quien marca la diferencia crece como lirio


Yo seré para Israel como el rocío, y lo haré florecer como lirio.  ¡Hundirá sus raíces como cedro del Líbano!  
 Oseas 14:5.

Lectura diaria: Oseas 14:1-9.  Versículo principal: Oseas 14:5.

REFLEXIÓN

Esta es una linda promesa para todo el que se acoge del Señor así haya sido un pecador durante toda su vida, o para aquel que conociéndolo, se ha desviado del camino pero vuelve arrepentido a buscarle nuevamente: “Piensa bien lo que le dirás, y vuélvete al Señor con este ruego: “Perdónanos nuestra perversidad y recíbenos con benevolencia, pues queremos ofrecerte el fruto de nuestros labios… Nunca más llamaremos “dios nuestro” a cosas hechas por nuestras manos”  (vv. 2 y 3).  La misericordia de Dios es tan grande que su respuesta no se hace esperar: “Yo corregiré su rebeldía y los amaré de pura gracia” (v. 4).  Es tanto su amor y compasión por el hombre que en vez de recalcarle su maldad, está listo a engrandecerlo y exaltarlo: “lo haré florecer como lirio”.  Los lirios son bellas flores que adornan los campos, llaman la atención de quienes los admiran y están bajo el cuidado de Dios: “No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón se vistió como uno de ellos” (Lucas 12:27).  Sus hijos, los que le permiten habitar con Él, no solamente se alzarán como lirios,  “Tendrán el esplendor del olivo… Volverán a habitar bajo mi sombra y crecerán como el trigo.  Echarán raíces como la vid” (vv. 6 y 7).   
No queda más que arrepentirse y abrirle el corazón al Señor para ser restaurado, para florecer y gozar de las ricas bendiciones que nos ofrece aquí en la lectura.  No importa si llegan las tormentas llenas de agua o si el calor sofoca, porque aun así en las retamas del desierto, estamos como lirios en las manos de nuestros Creador y Él siempre volverá a levantarnos y a permitir que llevemos la cabeza bien en alto, erguidos como lirios que florecen constantemente y que le demuestran al mundo que hay una diferencia que marca.

Amado Señor: toca el corazón convulsionado de las personas que están alejadas de tu senda, para que puedan comprender lo ancho, largo y profundo de tu compasión y volteen los ojos hacia ti.  Permite que ellas puedan cambiar sus vidas y florezcan como lirios en medio de valles de tristeza o de alegría.

Un abrazo y bendiciones.

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