domingo, 15 de julio de 2012

Aprobados por Dios


Esfuérzate por presentarte ante Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.  
 2 Timoteo 2:15.

Lectura diaria: 2 Timoteo 2:14-26.  Versículo principal: 2 Timoteo 2:15.

REFLEXIÓN

La vida cristiana es un modo de vida que cada día hay que ir perfeccionando.  Hay que poner todo el empeño por hacer las cosas no solamente bien sino excelentemente bien, de manera que demos ejemplo con nuestra acciones y despertemos en los demás, el deseo de buscar y seguir al Señor con el mismo entusiasmo.
Por lo tanto, no podemos dejar que nuestro cuerpo sea instrumento de pecado; debemos presentarlo ante el Señor como instrumento de justicia, como vivos para Dios para que el pecado ya no tenga ningún dominio (Romanos 6:13-14).  El obrero aprobado le saca el cuerpo al pecado por eso no escucha consejos de malos ni entabla amistad con ellos (Salmo 1:1), “Sino que en la ley del Señor se deleita y día y noche medita en ella” (Salmo 1:2), interpretando correctamente lo que dice la Palabra de verdad.  El obrero aprobado evita la blasfemia y la injuria, evitando las palabras que mancillan y deshonran (v. 16 y 23 en la lectura), porque sabe que éstas son vacías y superficiales y no van a dejar nada bueno en quienes las escuchan.
El obrero aprobado huye de las malas pasiones, y más bien se esmera en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, porque ¿de qué le vale a un siervo del Señor proclamar su nombre si su testimonio es de injusticia o de intolerancia?   ¿O de qué le sirve vivir con la Biblia debajo del brazo como amuleto de lo que llama su fe, sin percatarse de cuánto daño le hace al prójimo con su boca, peleando e irritándose con los que se cruzan por su camino?  No, esta no es la manera de comportamiento de un hijo de Dios y no podemos engañarlo a Él, ni engañarnos nosotros.
Así que busquemos siempre llegar ante la presencia del Señor con humildad de corazón, presentando nuestro cuerpo como sacrificio vivo y agradable a Él (Romanos 12:1).  Si hemos cometido pecado alguno, pidiendo perdón y solicitando su limpieza y restauración (1 Juan 1:9), para tomar nuevo aire y continuar por la senda trazada destilando la suave fragancia de Cristo en nosotros, sin que haya nada de lo cual tengamos que avergonzarnos.

Señor Jesús: Queremos presentarnos ante ti, como el obrero que tiene por delante sus obligaciones para cumplir, con la certeza que es idóneo ante su jefe y en ningún caso lo va a defraudar.  

Un abrazo y bendiciones.

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