Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime.Proverbios 29:2.
Lectura diaria: Proverbios
29:1-27. Versículo principal: Proverbios
29:2.
REFLEXIÓN
Un gobernante justo mantiene al
pueblo satisfecho pero todo lo contrario sucede cuando se pasan necesidades y
los gobernantes se dejan llevar por malos consejeros rodeándose de gente impía
que poco le importa el bienestar de la comunidad. “Cuando un gobernante se deja llevar por
mentiras, todos sus oficiales se corrompen” (v. 12); si la cabeza de una nación
miente y aprueba también las mentiras de sus subalternos, los gobiernos
empiezan a tambalear porque el engaño y la falsedad será lo primero que quede
al descubierto y a raíz de esto, empieza una cadena de males que recaen sobre
la nación, pagando las consecuencias los ciudadanos tanto los que obran
correctamente como los que no.
Infortunadamente en campaña
electoral todos los candidatos son buenos, y todos ofrecen cambios a granel en
diferentes áreas; pero si los vamos a ver ya colocados en el podio, cuánto han
respondido a sus políticas, comprobamos que sus propuestas de bienestar eran
una farsa y que ya habiendo logrado el objetivo
que dan las ansías de poder, todo queda en el olvido. La Biblia dice que mejor es no prometer que
prometer y no cumplir (Eclesiastés 5:5).
Lo que los gobernantes no se dan cuenta, es que toda esta sarta de
mentiras, trae maldición tras maldición al pueblo en general, y después los “padres
de la patria” se dan golpes de pecho, creyendo que con estos, se terminará la
violencia dejada por la injusticia social sin darse cuenta que son los
artífices de tamaño mal.
Dice aquí también que: “con
justicia el rey da estabilidad al país, cuando lo abruma con tributos lo
destruye” (v. 4). No es que se esté
acuerdo cuando se crean impuestos y más impuestos; sin embargo, tampoco hay que
dejar de pagarlos y no importaría que se paguen, siempre y cuando se vean los
frutos de ellos. El pueblo quiere ver
obras bien hechas y que conlleven a una mejor calidad de vida, no a observar
cómo se despilfarran los dineros y la riqueza de unos pocos se va acrecentando mientras
que al ciudadano común y corriente le toca salir adelante con lo poco que gana
y que jamás le compensará con el trabajo realizado.
El gobernante justo desea el bien
de su pueblo. Si tenemos libertad para
escoger a quienes dirigirán los destinos de un país me pregunto ¿por qué no lo
hacemos y permitimos que por lo menos nos gobierne una persona idónea? Pregunta para reflexionar y como se dice por
ahí: “para el buen entendedor, pocas palabras
basta” y “el que tenga oídos para oír, que oiga”.
Amado Dios: Te damos gracias por
nuestros gobernantes y pedimos porque ellos posean temor de ti para que puedan
ejercer sus cargos con la debida responsabilidad y honestidad.
Un abrazo y bendiciones.
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