Ya te lo he ordenado: ¡sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.Josué 1:9.
Lectura diaria: Josué
1:1-18. Versículo principal: Josué 1:9.
REFLEXIÓN
Hay desafíos que se nos presentan
y tenemos que enfrentarlos con fuerza y valor.
De por sí, la vida está llena de ellos.
Ante una medida de cambio de trabajo, de mudarse hacia otro sitio o
ciudad, de tomar decisiones contundentes, muchas veces nos sentimos aterrados y
atemorizados sin saber cómo lograrlos.
El Señor nos manda aquí a ser fuertes y valientes, “Pues Dios no nos ha
dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Los miedos deben quedar atrás; el Señor mismo
nos dice que no nos desanimemos, Él nos acompañará a dondequiera que
vayamos. Estará guiando nuestros pasos y
llevando esos desafíos a feliz término, igual que lo hizo con Josué.
El Señor le ordenó a Josué prepararse
porque pronto tendría que cruzar con su pueblo el río Jordán. Ya su líder había muerto y a él le
correspondía entonces la tarea. No le
era fácil, muy seguramente todavía estaba apesadumbrado por la muerte de Moisés
y quizá creería que jamás podría igualarse a él, en sus fuerzas y valentía. Sin embargo, su Dios estaba ahí para animarlo
y no dejarlo solo (vv. 1-7).
Del mismo modo, Dios está a nuestro
lado. Las metas, los sueños e ilusiones,
se nos convierten en grandes desafíos que tenemos que alcanzar. No tengas
miedo, así veas el río crecido y aterrador; atrévete a cruzarlo que el Señor no
te va a dejar ni a desamparar. Al final
tendrás el gozo de la victoria para la gloria y honra de tu Dios.
Lancémonos a buscar esa tierra
prometida ofrecida por nuestro amado Señor. En nuestras manos está llevar a los
nuestros hasta allí para que por fin hallen reposo y paz en un lugar tranquilo
y sosegado. Posiblemente cruzaremos ríos
turbulentos, nos encontraremos con altas murallas y se nos presentarán gigantescos
enemigos que querrán estropear nuestro sueño, pero de antemano ya están
derrotados, porque el más Grande, el Todopoderoso, el Sublime y Eterno, va a
nuestro lado. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No te desanimes!
Amado Señor, gracias porque
siempre estás ahí: guiándonos, instruyéndonos, animándonos a continuar y no
desfallecer. Gracias porque tus promesas
se cumplirán y serán las que nos llevarán a alcanzar esos sueños de poseer una
nueva tierra.
Un abrazo y bendiciones.
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