sábado, 28 de julio de 2012

Ante el trono de la gracia


Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.  
 Hebreos 4:16.

Lectura diaria: Hebreos 4:12-16.  Versículo principal: Hebreos 4:16.

REFLEXIÓN

En estos días tuve la oportunidad de encontrarme con una joven profesional que está incursionando en el mundo empresarial con mucho éxito, y quedé fascinada porque en mi parecer, ella que es católica se aferra fuertemente de Dios ante cualquier situación que se le presente, poniéndole en sus manos los ires y venires cotidianos, muy diferente de nosotros los protestantes que en general tenemos a flor de labios la Palabra de Dios pero los hechos dicen otra cosa.
Muchas veces Dios utiliza a una persona común y corriente  para hablarnos y en este caso me correspondió escuchar a mí.  Ella me decía con una seguridad asombrosa: “Nunca me afano por las circunstancias adversas que se me puedan presentar; se lo entrego a Dios con la firme convicción que si es lo mejor para mí, Él actuará.  Si no lo hace por algo será.  Si me preocupo, no voy a sacar nada diferente; entonces, espero la ayuda de Dios quien jamás me ha abandonado”. Fueron tan convincentes sus palabras que el taxista que nos trasportaba y quien antes no había pronunciado ni una sola palabra, le dijo al despedirse: Gracias por la enseñanza que me dejó, trataré de poner en práctica sus consejos". Pensaba entonces: “¡Dora, qué lección tan bonita!”. 
Ahora me pregunto: ¿Por qué muchas veces actúan mejor los que no están en una iglesia evangélica que nosotros que decimos tener comunión total con el Señor?  El nacido de nuevo más que nadie posee a su alcance todas las herramientas dejadas por Dios para tomarlas y facilitarnos con ellas una vida diferente.  Mora en cada uno Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.  Tenemos el “Manual de vida” para recurrir a él y saber lo que Dios nos enseña y espera como hijos que somos suyos.  Tenemos la oración que no es más que el diálogo eficaz con el Señor ante el  altar de su gracia, su trono, para acercarnos confiadamente a Él y dice que: “para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que mas la necesitemos”.  La Biblia nos instruye en que es el mismo Espíritu Santo quien gime por nosotros y acude a socorrernos en nuestra debilidad (Romanos 8:26-27).  Entonces, ¿en dónde está nuestra fe?  ¿En dónde queda lo que hablamos si no lo practicamos?
Cuando nos acercamos al trono de la gracia con corazón humilde en perfecta adoración, el Espíritu fluye y exclama: “¡Abba!”, ¡Papito!  ¡Aquí estoy con tu hijo(a)!  ¡Escúchalo por favor! Entonces Dios Padre, voltea sus ojos y nos dice: “Sí, hijo mío, no temas, yo te ayudaré en este momento apremiante”.  Nos reconforta y salimos de su Presencia con la convicción y certeza de que Dios ha escuchado nuestra petición.  Su misericordia y amor nos llena de paz y volvemos nuevamente al cauce inicial. 
No nos desanimemos frente a las aflicciones; éstas tienen que llegar para adqu irir la madurez necesaria y nos forman tanto espiritual como emocionalmente. Aprovechemos todo de lo que Dios nos ha provisto.   La vida para nadie es fácil pero nosotros tenemos al Rey de reyes y Señor de señores y al gran Consolador: el Espíritu Santo quien nos guía hacia el trono de la gracia para dejar allí todos nuestros afanes y angustias. 

Amado Señor: gracias por tenerte tan cerca y poder recurrir a ti en cualquier momento y lugar.  Gracias por habernos dejado a tu Santo Espíritu y recibir de Él todo el poder y la paz necesarios en momentos difíciles.  Gracias porque sabemos que nos escuchas y no pasas por alto nuestra oración dejada ante el trono de la gracia.

Un abrazo y bendiciones.      

No hay comentarios: