La gente estará llena de egoísmo y avaricia; serán jactanciosos, arrogantes, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, insensibles, implacables, calumniadores, libertinos, despiadados, enemigos de todo lo bueno, traicioneros, impetuosos, vanidosos y más amigos del placer que de Dios.
2 Timoteo 3:2-4.
Lectura diaria: 2 Timoteo
3:1-9. Versículos principales: 2 Timoteo
3:2-4.
REFLEXIÓN
Viendo tanta maldad que nos rodea
y violencia por todas partes, descontento e intolerancia en las esferas
sociales, sumadas a la corrupción de los gobernantes, me pregunto: ¿estaremos
en los últimos días? La descripción aquí
en Timoteo lleva a pensar que si no estamos, para allá vamos muy pronto, porque
tal cual, es lo que ahora se aprecia por donde quiera que miremos.
El pecado del hombre, que no es
más que la indiferencia de éste hacia Dios, lo ha llevado a buscar su propio
camino y cada vez se aleja más de Él, creyendo que lo que tiene a su
disposición como la ciencia y la tecnología son invención propia sin darse
cuenta que todo proviene del Gran Diseñador y que Él tiene en sus manos el
tiempo exacto para que se desarrolle su voluntad. Mientras la ciencia avanza, el conocimiento
de Dios se rezaga, se deja a un lado porque el hombre se considera único e
invencible. Su mismo egoísmo no le deja
ver sino solamente lo suyo y de esta manera se vuelve, “uno del montón”.
No me atrevería a afirmar
abiertamente que estamos en los postreros días, Pablo lo dice en su epístola a
los tesalonicenses: “Ahora bien, hermanos, ustedes no necesitan que se les
escriba acerca de tiempos y fechas, porque ya saben que el día del Señor
llegará como ladrón en la noche” y “Ustedes, … no están en la oscuridad para
que ese día los sorprenda como un ladrón” (1 Tesalonicenses 5:1-2 y 4). El mismo Señor Jesús afirmó lo siguiente al
respecto: “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los
ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mateo 24: 36). De una cosa sí estoy segura, y es que los
tiempos que vivimos actualmente no son los mejores; son bien difíciles y cada
día se pondrán peores. De ahí la
importancia y obligación de los cristianos de actuar acorde al mandato del
Señor y llevar su mensaje de amor y reconciliación por donde quiera que
vayamos, sea a tiempo o a destiempo; oportuno o inoportuno. Pero la Palabra de Dios debe ser trasmitida
para que muchos lleguen al arrepentimiento, conozcan de Dios, se salven y
salgan del montón.
Nosotros que andamos en luz, no
nos quedemos dormidos como los demás, vivamos en actitud alerta y en “sano
juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la
esperanza de salvación; pues Dios no nos destinó a sufrir el castigo sino a
recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:8-9). Así que mientras vivamos reflejemos siempre
la luz de Cristo y esparzámosla en este mundo lleno de tinieblas.
Amado Señor: Una vez más, gracias
por darnos una salvación tan grande. No
permitas que nos inquieten las cosas profanas que estamos viviendo porque
sabemos que los tiempos son tuyos. Gracias por darnos la paz que sobrepasa todo
entendimiento, mientras esperamos tu pronto regreso.
Un abrazo y bendiciones.
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