¡Siembren para ustedes justicia! ¡Cosechen el fruto del amor, y pónganse a labrar el barbecho! ¡Ya es tiempo de buscar al Señor!, hasta que él venga y les envíe lluvias de justicia.
Oseas 10:12.
Lectura diaria: Oseas
10:9-15. Versículo principal: Oseas
10:12.
REFLEXIÓN
Para Dios son muy importantes la
justicia y el amor. La justicia junto
con el derecho son el fundamento de su trono y sus heraldos el amor y la verdad
(Salmo 84:14). Dios como el Justo
excelente, no puede estar de acuerdo con la injusticia e infortunadamente ahora
ésta, es el pan de cada día. La
injusticia se da principalmente por las ansías de poder y de riqueza. Hablando con el conductor de un taxi en estos
días, me decía lo siguiente: “mire señora, todo, absolutamente todo se mueve
por el afán del hombre por el dinero”. Y
así es. La justicia social quedó
relegada hace mucho tiempo, porque quienes regulan el legislativo solo buscan
sus propios intereses y de ahí para abajo en los diferentes estamentos solo se
perciben personas que quieren ver cómo sacan provecho de los más
indefensos. Se pagan altas sumas con tal
de dar un testimonio falso o envenenar a otros con narcóticos; se mata y se
secuestra solo por obtener fácilmente riqueza.
Personalmente considero que en nuestro país, Colombia, a pesar de tanto
daño que hacen los grupos alzados en armas, los sobrepasa la corrupción elevada
en todas las esferas gubernamentales y que es la principal causa de tanta
injusticia social. Se juega con algo tan
sagrado como la salud de las personas, porque simplemente no hay para
atenderlas así se esté pagando al sistema.
Sus directivos ganan sumas altísimas
de sueldo o hacen banquetes extravagantes como de magnates, mientras el ciudadano
común, sufre las consecuencias de tales derroches.
En Oseas el Señor nos hace un
llamado: ¡Siembren justicia! ¡Cosechen
amor! ¡Labren el barbecho! Ya es hora de voltear los ojos a Dios y clamarle
por un mejor país. Ya es hora de que el
pueblo de Dios, su iglesia, se haga sentir y levante su voz. ¿Si no lo hacemos nosotros, quién lo hará? ¿Si no demostramos el cambio que el Señor ha
producido en los cristianos, de quién lo vamos a esperar? El cristiano tiene que manifestar con sus
actos que es diferente, que tiene temor de Dios y no puede seguir pecando tanto
de manera pasiva como activa. “Si mi
pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala
conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su
tierra” (2 crónicas 7:14). Dios va a pedir cuentas primordialmente a los
cristianos. Del testimonio y humillación
ante Él, es que viene la restauración del país.
A través de nosotros es que esta nación bañada por la injusticia y el
desamor, puede tomar otro rumbo. En
nuestras manos está el querer ver a una Colombia completamente distinta. Es obligación hacerlo.
Amado Dios: Hoy rogamos por nuestra
patria amada y sufrida; por sus gobernantes y dirigentes. Te pedimos perdón por
todas las abominaciones cometidas ante ti y humildemente te rogamos que limpies
nuestro territorio con tu preciosa sangre que ya fue derramada en la cruz del
Calvario, para que en este suelo no exista más violencia ni destrucción
emanadas de la injusticia. Concédenos la paz añorada por tantos años y esquiva
generación tras generación.
Un abrazo y bendiciones..
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