sábado, 4 de julio de 2015

Vislumbrando el día sobre el ocaso del sol




La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud. 
Proverbios 4:18.


Lectura: Proverbios 4:10-27.  Versículo del día: Proverbios 4:18

MEDITACIÓN DIARIA

Hay versículos en la Biblia que por alguna razón los tenemos como preferencia y este es uno de ellos. Es difícil pasar por alto esta comparación ya que antes de conocer al Señor poco o nada nos interesábamos por agradarle. Hacíamos las cosas porque sí, o porque esas eran las reglas tradicionales, pero en el fondo del corazón no existía ese deseo anhelante de querer mejorar con cada nuevo amanecer.
Ante Dios somos justos; no porque en realidad lo seamos: Él, en su infinita misericordia nos ha justificado desde el momento en que aceptamos a Jesús como Señor y Salvador personal, reconociendo su sacrificio como expiación, y que su bendita sangre derramada en la cruz nos limpia de todo pecado. Siempre he dicho que el cielo estará lleno de pecadores pero de pecadores arrepentidos, justificados por la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios. Entonces con Él, empezamos una nueva vida que va creciendo y aumentando su esplendor a medida que van pasando los años. Sé de antemano que durante ese día pueden llegar ráfagas de calor como también de frío intenso. Incluso nos azotan vendavales y tormentas que tratan de desestabilizarnos, pero al final vuelve la calma nuevamente, trayéndonos la tranquilidad y el sosiego que necesitamos.
Sí, nuestra vida es ese día lleno de ímpetus sobrecargado de alegrías y tristezas pero que bien, sobre el ocaso del sol, podemos vislumbrarlo con los ojos de Dios y darle gracias por permitirnos llegar hasta ahí para contarlo.

Amado Señor: Muchas gracias porque ni el frío de la mañana, ni el intenso calor del medio día nos han alejado de Ti. Gracias porque entiendes que la noche en ocasiones es muy densa y desolada pero siempre estás presente a nuestro lado para brindarnos tu calor y abrigo; y si es el caso, bien entrada ya, envolvernos en tu manto y llevarnos a tu refugio seguro. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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