miércoles, 15 de julio de 2015

Valoremos y cuidemos nuestros niños




El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió. 
Marcos 9:37.


Lectura del día: Marcos 9:33-50.  Versículo del día: Marcos 9:37.

MEDITACIÓN DIARIA

Me fascina ver cómo el Señor aboga por los niños. Los acoge, los defiende,  se identifica con ellos y los compara con quien se hace como uno de ellos. A mi parecer, creo que antiguamente poca o nada atención se les daba a los niños; incluso los mismos discípulos trataron de persuadirlos para que no se acercaran al Señor y Él les increpa: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mateo 19:14). Por algo dice también nuestro Maestro que debemos ser como niños; porque conocía el corazoncito de ellos y sabía que allí no había malicia alguna. Y es terrible la admonición que viene para quien daña su fe o su inocencia: “Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar” (v. 42 en la lectura).  
¡Cómo sería de importante que conocieran estas palabras tantos violadores y asesinos de niños que sin ningún tapujo ni temor de Dios abusan constantemente  de ellos, los martirizan e incluso llevan a la muerte! ¡Claro! Sabemos exactamente quién está detrás de éstos pequeños y por qué no le conviene dejarlos crecer en el conocimiento de Dios ni en su ingenuidad. Satanás sabe que tocando los niños gana terreno y no pierde oportunidad para hacer de las suyas con los pequeños.
La sociedad  debería levantarse en un clamor total y abogar por la integridad de los niños. Nosotros, como cristianos debemos dar ejemplo y empezar a cambiar nuestras actitudes hacia ellos. Darles el lugar y amor que merecen; colaborar en cualquier instancia que nos encontremos por su bienestar, y el derecho que tienen de vivir integralmente como lo manda el Señor. ¡Valoremos y cuidemos nuestros niños!

Amado Dios: Ponemos delante de Ti a todos los pequeños que andan sueltos por el mundo enfrentados a las acechanzas del maligno y expuestos a la injuria de los adultos. Rogamos por ellos buen Señor para que los cubras con tu manto protector y los atraigas hacia tu regazo, porque serán los que en un futuro llevarán tu mensaje. ¡Gracias por los niños buen Dios!

Un abrazo y bendiciones,


cUIDEM

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