jueves, 2 de julio de 2015

Conocimiento, riqueza y poder provienen de Él




¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? 
Marcos 8:36.


Lectura: Marcos 8:31-38.  Versículo del día: Marcos 8:36.

MEDITACIÓN DIARIA

Hay que tener en cuenta que todo en esta vida es pasajero. Por más que se cosechen riquezas, títulos o poder, nada de esto se llevará el hombre cuando muera. Sabios e insensatos; ricos y pobres; plebeyos y aristócratas; poderosos y humildes; todos absolutamente todos tendremos que pasar por el sepulcro y al morir nada nos llevaremos; “porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor” (Salmo 49:17). En el relato del rico y Lázaro, el Señor nos da claridad sobre lo que vendrá después. El mendigo Lázaro era temeroso de Dios, pero el rico solo ostentaba de sus riquezas y por lo visto Dios no hacía parte de su vida; todo lo que gozó aquí, allá no le sirvió de nada porque tuvo que sufrir en el fuego eterno mientras que con el mendigo sucedía lo contrario: consuelo en la gloria eterna (Lucas 16:19-26).
Este es el costo de seguir al Señor: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará” (v. 35 en la lectura). Pablo nos dejó su ejemplo y enseñanza: Él mismo reconoció sus esfuerzos humanos pero miremos lo que dice: “Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él” (Filipenses 3:7-9). Si alguien se cree rico, inteligente o poderoso que primero voltee los ojos al Dios de la creación quien es el que le ha dado la riqueza, el conocimiento o el poder, porque es de Él toda honra, gloria y honor aunque quiera por su misericordia compartirla a los de este mundo; pero precisamente para que su Nombre sea exaltado por los siglos de los siglos.

Amado Señor: Gracias por los dones, talentos, riqueza, honra y prestigio que bien has querido repartir entre los tuyos. Te rogamos que no permitas que nos enorgullezcamos  de lo que por tu infinita misericordia has puesto a nuestros pies, sin reconocer que proviene de Ti, y que eres Tú el único digno de recibir todo loor y alabanza. Danos un corazón humilde para que lo que tenemos sea motivo de devolverte en algo, tanto amor brindado.  ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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