¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?Marcos 8:36.
Lectura: Marcos
8:31-38. Versículo del día: Marcos 8:36.
MEDITACIÓN DIARIA
Hay que tener en cuenta
que todo en esta vida es pasajero. Por más que se cosechen riquezas, títulos o
poder, nada de esto se llevará el hombre cuando muera. Sabios e insensatos;
ricos y pobres; plebeyos y aristócratas; poderosos y humildes; todos
absolutamente todos tendremos que pasar por el sepulcro y al morir nada nos
llevaremos; “porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su
esplendor” (Salmo 49:17). En el relato del rico y Lázaro, el Señor nos da
claridad sobre lo que vendrá después. El mendigo Lázaro era temeroso de Dios,
pero el rico solo ostentaba de sus riquezas y por lo visto Dios no hacía parte de
su vida; todo lo que gozó aquí, allá no le sirvió de nada porque tuvo que
sufrir en el fuego eterno mientras que con el mendigo sucedía lo contrario: consuelo
en la gloria eterna (Lucas 16:19-26).
Este es el costo de seguir
al Señor: “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda
su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará” (v. 35 en la lectura). Pablo
nos dejó su ejemplo y enseñanza: Él mismo reconoció sus esfuerzos humanos pero
miremos lo que dice: “Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora
lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por
razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he
perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme
unido a él” (Filipenses 3:7-9). Si alguien se cree rico, inteligente o poderoso
que primero voltee los ojos al Dios de la creación quien es el que le ha dado
la riqueza, el conocimiento o el poder, porque es de Él toda honra, gloria y
honor aunque quiera por su misericordia compartirla a los de este mundo; pero
precisamente para que su Nombre sea exaltado por los siglos de los siglos.
Amado Señor: Gracias
por los dones, talentos, riqueza, honra y prestigio que bien has querido
repartir entre los tuyos. Te rogamos que no permitas que nos enorgullezcamos de lo que por tu infinita misericordia has
puesto a nuestros pies, sin reconocer que proviene de Ti, y que eres Tú el
único digno de recibir todo loor y alabanza. Danos un corazón humilde para que lo
que tenemos sea motivo de devolverte en algo, tanto amor brindado. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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