miércoles, 1 de julio de 2015

El temor reverente nos conduce a la obediencia




¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento?  
 Proverbios 1:22.


Lectura: Proverbios 1:1-33. Versículo del día: Proverbios 1:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Este primer capítulo de Proverbios es un llamado a buscar el temor del Señor a través de la sabiduría divina (v. 7).  No es un temor de miedo, de turbación o desasosiego; es un temor reverente, de honra y de exaltación a Dios. Es claro que sin este temor, el hombre será  presa fácil del enemigo y se dejará llevar por los malos consejos de los pecadores que lo incitarán a cometer maldades. Por eso Salomón hace un llamado para que los hijos tengan en cuenta las correcciones y enseñanzas de los padres (vv. 8-9), y les advierte sobre el engaño del que pueden ser objeto: “¡Pero no te dejes llevar por ellos, hijo mío! ¡Apártate de sus senderos! Pues corren presurosos a hacer lo malo; ¡tienen prisa por derramar sangre!” (vv. 15-16). ¡Buena lección  ahora que el mundo grita que no podemos corregir ni enseñar a nuestros hijos! ¿Y qué estamos viendo? Exactamente la abundancia de crueldad.
Cuando conocemos al Señor y nos rendimos a Él, tenemos en el bolsillo la carta necesaria para sacarla a relucir cuando Satanás acecha; pero si lo ignoramos o estamos alejados: “me llamarán, pero no les responderé; me buscarán, pero no me encontrarán. Por cuanto aborrecieron el conocimiento y no quisieron temer al Señor” (vv. 28.29). La reflexión es para todo aquel que se cree sabio en su propia opinión y desecha la sabiduría de Dios: ¿Hasta cuándo seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo se complacerán de su insolencia? ¿Hasta cuándo aborrecerán el conocimiento? También nosotros diciéndonos cristianos nos cuesta obedecer, porque tal vez no honramos al Señor como debiera ser. ¿Queremos vivir tranquilos y sin temor del mal? Entonces reverenciémosle con nuestra obediencia como a Él le agrada.

Amado Señor: Deseamos llenarnos de tu Palabra, de tu sabiduría, de Ti mismo para entender lo que significas, y complacerte haciendo tu voluntad. Nos rendimos ante tu presencia para pedirte que nos enseñes a obedecerte, y así conducirnos por el camino del sosiego y de la paz que quieres darnos. Gracias buen Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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