jueves, 23 de julio de 2015

Que sean ellos los que nos envidien




No envidies en tu corazón a los pecadores; más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura, la cual no será destruida. 
Proverbios 23:17-18.


Lectura: Proverbios 23:15-28.  Versículos del día: Proverbios 23:17-18.

MEDITACIÓN DIARIA

Creo que si somos sinceros, en ocasiones nos hemos preguntado: ‘¿Por qué a fulanito le va tan bien, si ni siquiera se acuerda de Dios? O ‘miren este holgazán cómo prospera’. Personalmente, a mí me sucedió en los tiempos de crisis. Hasta cierto punto se siente una desilusión y una tristeza de lo que paradójicamente no se entiende. Sin embargo, Dios no se queda quieto y es tan amoroso que busca la manera de recordarnos, día a día su grandeza y su misericordia hasta que nos hace entender que Él está por encima de todo y que el regalo que de verdad vale la pena es la vida eterna y esa nadie nos la va a quitar. “De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros” (Romanos 8:18).
Lo que tenemos que hacer es confiar plenamente en el Señor a pesar de las dificultades que se nos presenten y mirar más bien lo que tenemos adelante como decía Pablo: “Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante,  sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13b-14). Tenemos un galardón más grande que cualquier otro. Esa es nuestra esperanza futura. Cuando comparamos lo que será ese glorioso premio, pierde significado cualquier logro alcanzado, y por esa misma bendita esperanza es que tenemos más bien que no avergonzarnos del Evangelio; antes por el contrario darlo a conocer a cuantos más podamos, porque de antemano ya sabemos que es poder de Dios para salvación (Romanos 1:16), 

Amado Señor: Perdónanos por haber quitado la mirada de Ti para ponerla en el mundo dudando de tu poder y misericordia. Gracias por mostrarnos que lo tuyo vale más que todo el oro del mundo y que lo que nos espera es el más rico tesoro que hayamos podido encontrar. Solamente buen Dios, cuando comprendemos lo que nos tienes preparado, entendemos que somos privilegiados y que somos nosotros, los que despertamos envidia hacia los que no te conocen.

Un abrazo y bendiciones. 

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