Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud.Salmo 71:5.
Lectura: Salmo 71:1-24. Versículo del día: Salmo 71:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Personalmente considero
que en el momento de recibir al Señor en nuestro corazón, no sabemos
exactamente cómo irá a ser nuestra nueva vida con Él. Creo que aparte de estar gozando
plenamente ese primer amor con el Señor, todavía no entendemos hacia dónde
dirigirá nuestros pasos. Lo cierto es que lo recibimos por fe como dice su
Palabra. Una fe que con el tiempo va creciendo y vamos aprendiendo poco a poco (por
las buenas o por las malas), a entender qué es lo que demanda de nosotros y a
cumplir su voluntad.
Cada nuevo amanecer se
convierte en una nueva expectativa; y cuando nos desviamos del camino el Señor
como buen Padre que es, nos reprende y disciplina. Disciplina que en ocasiones siendo
sinceros, nos es difícil aceptar. Pero así es. Con el tiempo juzgamos igual que
les sucede a los hijos cuando crecen, que lo necesitábamos porque de lo
contrario los golpes hubiesen sido más fuertes. Tendremos unos días en completa
paz y otros no tanto. Lo hermoso de todo este andar es saber que como decía en
el devocional de ayer, el Señor no se queda quieto en la adversidad, y siempre
nos tiende su mano portentosa en el momento justo; no solamente para
demostrarnos su poder sino con el fin también, de que aprendamos a proclamarlo
como el Soberano y Majestuoso Dios que es: “Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi
juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios” (v. 17).
Sí, es una ventaja
conocer al Señor desde la juventud; y lo será mayor si ha sido desde el vientre
materno. Personalmente puedo decir como el Salmista: “Para muchos, soy motivo
de asombro, pero tú eres mi refugio inconmovible” (v. 7). Precisamente por eso, he podido ahora
reconocer y proclamar su gloria. ¡Mi vida entera ha estado en sus manos!
Amado Señor: Mi oración
es que no permitas que me separe de Ti aun en mi vejez y que esas canas sean
más bien el símbolo del amor, la misericordia y poder conque me has mirado. Que
me permitas vivir hasta que mi generación venidera conozca tu grandeza y
soberanía. ¡Gracias buen Dios! ¡Eres Inigualable mi Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario