El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio refrena su lengua.Proverbios 10:19.
Lectura: Proverbios
10:1-32. Versículo del día: Proverbios
10:19.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta primera parte del
versículo se convirtió en un refrán común entre la gente. Definitivamente, es
de admirar a la persona que sabe escuchar y no habla tanto. Nosotras las
mujeres tenemos fama de chismosas, cantaleteras (como decimos en Colombia), y
exageradas. Claro, esta es la regla; pero como toda regla tiene excepción,
también se encuentra un grupito de hombres que actúan igual.
Debemos aprender a ser sabios y una
bonita manera de empezar a lograrlo es aprendiendo a callar. “En los labios del
prudente hay sabiduría” (v. 13). Dios espera de nosotros prudencia, discreción,
amabilidad, bondad, veracidad y todo esto destila de la boca. Cuando hablamos
estamos demostrando mucho de cada uno. Recordemos que “De la abundancia del
corazón habla la boca” (Mateo 12:34), y si estamos anidando odios, rencores,
envidias; fácilmente, se van a reflejar en nuestros decires. Por eso es mejor
ponerle freno a la lengua para después no lamentarnos de las palabras, porque
lo dicho, dicho se queda. Pongamos en práctica la recomendación del apóstol
Santiago: “Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos
deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse”
(Santiago 1:19). Si nos damos cuenta, la persona prudente no se enoja
fácilmente; mientras que la que habla tanto, sus palabras la llevan a la cólera
y su ira se deja ver inmediatamente. Si vamos a hablar que sean palabras de
vida.
Amado Dios: Entendemos que nos
hablas continuamente sobre lo mismo porque sabes que en la lengua hay poder de vida y muerte, y anhelas que
nosotros, los que nos llamamos tus hijos, gocemos de vida, pero vida abundante
llena de las dádivas que continuamente nos estás regalando. Enséñanos a hablar
todo lo que edifique, anime, levante, guíe e instruya.
Un abrazo y
bendiciones.
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