viernes, 3 de julio de 2015

Cumplir lo prometido es parte de la integridad




Si le haces una promesa al Señor tu Dios, no tardes en cumplirla, porque sin duda él demandará que se la cumplas; si no se la cumples, habrás cometido pecado. 
Deuteronomio 23:21.


Lectura: Deuteronomio 23:21-23.  Versículo del día: Deuteronomio 23:21.

MEDITACIÓN DIARIA

Estamos tan acostumbrados a hablar por hablar y prometer por prometer, que creemos con Dios, podemos obrar igualmente y no es así.  Dios demanda de nosotros integridad y dentro de esa integridad están lógicamente incluidas la veracidad, la fidelidad y la gratitud. Y digo la veracidad, porque cuando no cumplimos lo prometido, estamos actuando como mentirosos. Entonces, ¿para qué lo dijimos? En segundo lugar fidelidad porque cumplirle al Señor es ser fiel con Él. Y gratitud porque cumplirle las promesas al Altísimo, es ofrecerle gratitud (Salmo 50:14).
Eclesiastés es explícito en exhortarnos al respecto: “cuida tus pasos y acércate a escuchar en vez de ofrecer sacrificio de necios…No te apresures, ni con la boca ni con la mente,  a proferir ante Dios palabra alguna;… Mide, pues, tus palabras… y quien mucho habla dice tonterías. Cuando hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a Dios no le agradan los necios. Cumple tus votos: Vale más no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos” (Eclesiastés 5:1-5). Cuando se hace un voto o una promesa: “no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga de su boca” (Números 30:2b NBLH). Es tan delicado el tema, que es mucho mejor aprender a tener la boca cerrada que abrirla para decir sandeces, ya que a Dios no lo podemos engañar.
Y en verdad, si queremos ser íntegros, no solamente pongamos en práctica las promesas al Señor; también tengamos en cuenta al prójimo que muchas veces se confía de nosotros por una palabra salida de nuestra boca solo por salir del paso, pero sin la menor intención de cumplir lo dicho; ¡y cuánto daño no hacemos!

Amado Señor: Definitivamente no cumplir lo prometido especialmente a Ti es una ofensa grave que tenemos que aprender a enmendar. Enséñanos a no pronunciar nada que vaya en quebranto de tu adoración y en detrimento hacia nuestro prójimo. Gracias Señor porque tu instrucción de cada día, nos lleva a tener una relación íntegra contigo y a eso anhelamos llegar.

Un abrazo y bendiciones.

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