miércoles, 4 de marzo de 2015

No podemos ser indiferentes ante el caos mundial



¡Levántate, Señor! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti! 
Salmo 9:19.


Lectura: Salmo 9:1-20.  Versículo del día: Salmo 9:19.

MEDITACIÓN DIARIA

Observando al mundo caótico que estamos viviendo, es mi apreciación que los tiempos están muy cerca y el cumplimiento de la profecía bíblica se está viendo. Se levanta nación contra nación, surgen terroristas incluso suicidándose para amedrantar a los pueblos y gobernantes. Las catástrofes naturales se presentan con más frecuencia y el corazón del hombre cada día está más endurecido; la anarquía y el libertinaje han hecho mella profunda en sus vidas. Las economías están cayendo vertiginosamente; el bien individual o de unos pocos prevalece sin tener en cuenta las Constituciones porque ahora hay que acomodarlas para ellos, llamando a lo bueno malo y a lo malo bueno, pasando por encima del bien común. Estamos viviendo en medio de tinieblas y creo que el clamor de los cristianos es el de David: “Infúndeles terror, Señor; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales!” (v.20).
Creo que el “¡Levántate, Señor!” tiene que ver con nosotros. El Señor es luz y Él resplandece en medio de tinieblas. El mundo tiene que reconocer que hay un Dios soberano y creador del universo total, y es a quien hay que rendirle culto y entregarle cuentas. Además, será el complemento de la profecía: “Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). A la sazón surgen varias preguntas: ¿Queremos que sea pronto el regreso del Señor Jesucristo? ¿Qué estamos haciendo para que se cumpla? ¿Somos parte de la solución o del problema?  Hablando con personas de diferente índole, incluso cristianos, es triste saber que en sus corazones no brotan sino raíces de amargura, de odio, rencor y envidias; por consiguiente en poco tienen el perdón, la reconciliación y regeneración que Cristo ofrece y si no se acepta el perdón de Dios, mucho menos podrán ellos perdonar.  Es hora de decir: ‘Aquí estoy yo Señor; envíame a mí’.

Amado Señor: No queremos ser indiferentes a la situación caótica que vivimos. Pon el querer como el hacer para levantarnos a predicar el Evangelio de las Buenas Nuevas, permitiendo que en medio de tanta confusión brille en nosotros la luz de tu rostro y el hombre alejado de ti pueda encontrarse contigo, conocerte y ser parte de tu reino.

Un abrazo y bendiciones.

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