miércoles, 25 de marzo de 2015

Somos portadores de su luz



Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. 
Éxodo 34:29.


Lectura: Éxodo 34:29-35.  Versículo del día: Éxodo 34:29.

MEDITACIÓN DIARIA

La luz que resplandecía sobre el rostro de Moisés era la luz misma de la paz, del amor, de la bondad y mansedumbre del Señor. El estar en contacto con Él, hablándole y esperando que también nos hable permitirá que en nuestros rostros brille su luz. Luz que somos encargados de llevar  por donde quiera que vayamos. En muchas ocasiones las personas cuando se acercan a otra persona o cuando visitan un lugar donde el Nombre del Señor es exaltado nos refieren que se respira un hálito de paz, de tranquilidad y de sosiego.  Esto no es más que la acción del Espíritu Santo en nosotros por disponernos en presencia del Señor. Recordemos que para estar de píe ante los hombres, primero debemos de estar de rodillas ante Dios. Y dice Pablo que si en el Antiguo Pacto el ministerio que causaba muerte y estaba grabado con letras en piedra, fue tan glorioso debido a la gloria que se reflejaba en el rostro de Moisés, “¿no será todavía más glorioso el ministerio del Espíritu?” (2 Corintios 3:7-8).
Nosotros conocedores de ese Nuevo Pacto y portadores de la gracia de Dios, somos la luz del mundo (Mateo 5:14); tenemos que levantarnos para que la luz de Jesús brille hasta en lo más alto de nuestras vidas y se pose en las densas nubes oscuras que caen sobre el mundo incrédulo; que destellen sus rayos luminosos permitiendo que su resplandor les toque y sientan su calor y abrigo.

Amado Señor: Te rogamos para que la relación contigo sea de tal manera que todos los que nos rodean, vean en nuestros rostros la luz tuya reflejada y podamos llegar hasta ellos brindándoles un destello de Ti que los inunde, permitiéndoles  ver y sentir tu amor y misericordia.

Un abrazo y bendiciones.

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