Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.Éxodo 20:12.
Lectura: Éxodo
20:1-17. Versículo del día: Éxodo 20:12.
MEDITACIÓN DIARIA
El honrar a padre y
madre es el primer mandamiento dado después de los concernientes a Dios directamente.
En el Nuevo Testamento el Señor nos lo recuerda y los evangelistas lo plasman
en sus Evangelios. Lo mismo hace el apóstol Pablo tanto en Efesios como en
Colosenses. Es el primer mandato con promesa porque Dios sabe la importancia
que tienen los padres en la formación de los hijos: “Hijo mío, escucha las
correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán
tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar” (Proverbios
1:8-9). Es triste ver que cada día se va perdiendo más el respeto por los
padres y poco o nada se les tiene en cuenta. Dice la Biblia que en los
postreros días vendrán tiempos difíciles y los hijos serán desobedientes con
ellos (2 Timoteo 3:1-4) y eso ya lo vemos.
Papá y mamá, ambos
cuentan y como todo mandato es dado sin preámbulos ni condiciones. No los
honramos por agradecimiento ni por devolverles lo que hicieron por nosotros;
los honramos porque simplemente es una orden: “Hijos, obedezcan en el Señor a
sus padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer
mandamiento con promesa— para que te
vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Efesios 6:1-3). Como
cristianos debemos dar ejemplo en el cumplimiento de este mandato. Honrarlos es
obedecerles, respetarlos, amarlos, tenerles consideración y ya en su vejez
proporcionarles muchísimo más amor, calidez, compañía, comprensión y ayuda
monetaria. Muchas personas creen que honrar es simplemente visitarlos cada ocho
días pero de consideración, ternura o afecto fraternal poco dan. Otros van a
visitar a los padres con el ánimo de ver qué les pueden sacar; ya no es hora de
que sean ellos los que den, ahora el turno es para los hijos y hay que velar
por sus necesidades. Esto es básico en el honrar a padre y madre.
Si aún se tiene la
dicha de tenerlos con vida hay que aprovechar los momentos que se puedan en su
compañía haciéndolos sentir que todavía valen mucho, que no son una carga y que son especiales para nosotros.
Amado Dios y Padre
celestial: Tú nos mandas honrar a padre y madre como deseas que lo hagan tus
hijos contigo. Gracias porque en Jesús tenemos el más claro ejemplo de
obediencia y sometimiento a Ti. Enséñanos a amar a nuestros padres entendiendo
que si lo hacemos, gozaremos de ricas bendiciones aquí en la tierra, porque es
tu promesa.
Un abrazo y
bendiciones.
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