lunes, 30 de marzo de 2015

Si la naturaleza lo hace ¿por qué nosotros no?




Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber. 
Salmo 19:2.


Lectura: Salmo 19:1-15.  Versículo del día: Salmo 19:2.

MEDITACIÓN DIARIA

El día comienza con la salida del sol y termina con la salida de la luna. Así es y ni el más sabio o instruido de los hombres por científico que sea puede cambiar ese rumbo. Dios decidió que fuera así y nadie puede alterar el transcurso de los días con sus noches. Por ese detalle, grandioso detalle, el día y la noche por sí solos proclaman la gloria de Dios y por consiguiente continúan transmitiéndolo al nuevo amanecer.
El ser humano  es parte de esa magnífica creación y si los cielos cuentan la grandeza de su obra de manera tan ordenada y eficaz, me pregunto ¿por qué el hombre se empeña en cambiar el rumbo de su esencia original? Si precisamente Dios le dio un lugar señoreando sobre su majestuosa obra, ¿por qué actúa neciamente haciéndose menor a lo que Él le ha puesto sobre su dominio?  Deberíamos seguir el ejemplo de la naturaleza y más bien emitir día tras día, noche tras noche, el esplendor de su gloria en nosotros. “Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible (v. 3); el testimonio de cada uno hablará por sí solo y su Palabra se esparcirá  hasta los confines del mundo.   

Amado Señor: Al contemplar el firmamento adornado con tus miles de estrellas y entender que ellos sin hablar expresan tu soberanía y gloria, no podemos menos que pedirte perdón por no permitir que tu Nombre sea exaltado como debiera ser por nuestra rebeldía y autosuficiencia queriendo cambiar la obra majestuosa de tu creación. Enséñanos a emitir tu voz salvadora para que la humanidad caída contemple al Dios Todopoderoso, Soberano y Misericordioso que puede regenerar vidas.

Un abrazo y bendiciones.

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