El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo.Proverbios 18:15.
Lectura: Proverbios
18:1-24. Versículo del día: Proverbios
18:15.
MEDITACIÓN DIARIA
Si hay algo con lo que
tengo que luchar a diario es con mi imprudencia. Con frecuencia me sucede que
hablo para pensar y no pienso para hablar. Deseo que mis oídos aprendan a
escuchar; siempre está presente esta petición en mi devocional. Cada vez que
paso por un versículo que habla al respecto, lo tomo primero que todo para mí y
les pido a ustedes que me ayuden a orar porque mi corazón sea prudente y sabio
en cualquier situación que enfrente.
Las palabras dichas ya
no se pueden echar para atrás y a veces sin querer herir se hiere. Es mucho
mejor pasar por callado o tímido que por hablador: “En la lengua hay poder de
vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto” (v. 20). Por otro lado es importante
entender que si Dios nos ha dotado de dos oídos y una lengua es porque
necesitamos escuchar más y hablar menos; pero con frecuencia nos sucede que ni
siquiera dejamos que la otra persona termine de hablar cuando ya nosotros
interrumpimos; muchas veces nuestra
apreciación se va al suelo en sus últimas palabras: “Es necio y vergonzoso
responder antes de escuchar” (v. 13). Aquí la Palabra de Dios nos dice que no
solamente es necio sino que también es vergonzoso; demuestra mala educación.
Aparte de la descortesía es una falta de amor porque “el amor no hace nada
indebido” y todo debe de hacerse “decentemente y con orden”. Una conversación
no puede estar por fuera de estos parámetros.
Definitivamente necesitamos
una dosis grande del Espíritu Santo para que nos de sabiduría y nos enseñe a
ser prudentes en el hablar. Leamos, meditemos y aprendamos lo que dice el
apóstol Santiago acerca de la lengua (Santiago 3:1-12), para que empecemos a no
fallar en lo que decimos; poco a poco la tenacidad con que lo hagamos se irá
arraigando y con el dominio propio dado por el Espíritu de Dios podemos ir
controlando nuestras palabras.
Amado Señor: Gracias
por tu Palabra que a diario nos exhorta a renunciar a aquello que todavía hace
mella en nosotros. Queremos ser sabios, tener sensatez y mesura en el hablar.
Enséñanos a escuchar y poner atención en lo que nos dicen para no caer en vanas
palabrerías que al final, solamente desedifican poniendo en tela de juicio
nuestro testimonio como cristianos. ¡Gracias por escucharnos buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario