lunes, 2 de marzo de 2015

Somos su pueblo y gozamos de ricas bendiciones




Pero entre los israelitas, ni los perros le ladrarán a persona o animal alguno. Así sabrán que el Señor hace distinción entre Egipto e Israel. 
Éxodo 11:7.


Lectura: Éxodo 11:1-10.

MEDITACIÓN DIARIA

Israel era el pueblo de Dios; a ellos no les tocaría en nada las plagas enviadas sobre Egipto y mucho menos la última mandada para la aniquilación de todo primogénito que moriría tanto desde el primer hijo del faraón como el de la esclava e incluso el del ganado (v. 5).  Hay promesas en la Biblia que aducen a nuestro bienestar, pero recordemos que así como el sol sale para justos y pecadores, la lluvia y la tormenta lo hacen de igual manera (Mateo 5:45); tenemos el ejemplo de Job. Personalmente considero que los cristianos no estamos exentos de sufrir los mismas aflicciones de los no creyentes mientras sea el tiempo de la gracia. Mi apreciación es que como pueblo adquirido por Dios (1 Pedro 2:9) que  somos, cuando venga el Señor Jesús por su Iglesia, cuando se termine el periodo del regalo de la salvación que es para toda la humanidad, también nos sacará y no permitirá ninguna calamidad sobre los suyos.
Por ahora los que estamos en su Iglesia somos los que hemos aceptado la salvación por medio del Señor Jesucristo y recibimos entonces todas sus ricas bendiciones espirituales tales como la regeneración, el perdón, el acceso directo a la comunicación con Dios, las oraciones contestadas, la presencia del Espíritu Santo con todo su fruto a nuestra disposición, la seguridad que jamás nos dejará ni abandonará, el socorro librándonos de las garras del maligno y especialmente la esperanza de una gloria futura donde no habrá  llanto ni lamento para nosotros.

Amado Dios: muchas gracias por tenernos dentro de tu pueblo y entender que tus ricas bendiciones nos pertenecen y nadie puede arrebatárnoslas porque somos tus escogidos, tu real sacerdocio y nación santa. Somos tu Iglesia limpia y pura sin mancha alguna porque ya nos hemos lavado y purificado en la sangre del Cordero. ¡Muchas gracias mi buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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