lunes, 25 de agosto de 2014

La vida eterna es una promesa real, no un mito




Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo.  El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. 
1 Juan 5:11-12.


Lectura: 1 Juan 5:1-15.  Versículos del día: 1 Juan 5:11-12.

MEDITACIÓN DIARIA

Definitivamente la Palabra de Dios es veraz y lo que dice  no tiene vuelta de hoja.  Así pues, solamente tienen vida eterna los que tienen al Hijo de Dios.  Dice unos versículos atrás, que el amor a Dios consiste en obedecer sus mandamientos, lo que no, nos es difícil de cumplir, porque el que es nacido de Dios tiene la victoria que vence al mundo y esta victoria es nuestra fe (vv.3-5).  Nosotros nacimos como hijos de Dios cuando recibimos a Cristo Jesús en nuestro corazón (Juan 1:12); y tampoco a esto podemos darle vuelta: simplemente si no se ha aceptado el sacrificio de Jesús por nuestros pecados y lo aceptamos como el pago por nuestro rescate del infierno, no somos hijos de Dios y por ende tampoco obtendremos la vida eterna.  Cuando se hace, nos es más fácil cumplir sus mandatos por el amor que brota en nuestros corazones por Dios.  La vida eterna es una promesa real, no es un mito.
Bajo estos parámetros de su Palabra no queda otra alternativa sino nacer de nuevo como se lo enseñó el mismo Señor a Nicodemo (Juan 3:3). Quizá nunca antes nadie te habló de este nuevo nacimiento: del nacimiento del Espíritu; o tal vez lo has escuchado muchísimas veces pero sin ponerle la atención debida.  Ahora que lo entiendes, te invito a hacer una corta oración; yo te puedo guiar con una, pero eso no significa que si lo quieres hacer con tus propias palabras no se pueda; antes es  mejor, porque Dios quiere escuchar lo que salga directamente de tu corazón. Mi oración de guía puede ser como ésta:

Señor Jesucristo: Hoy entiendo que te hiciste hombre por mí y viniste a pagar todo el precio de mi pecado en la cruz del Calvario.  Yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi Señor y Salvador.  Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea.  Gracias Señor por perdonarme y limpiarme, por permitirme nacer de nuevo contigo y por darme la vida eterna.  Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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