sábado, 9 de agosto de 2014

Simplemente hay que obedecer




¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!  Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.  
 Miqueas 6:8.


Lectura: Miqueas 6:1-16.  Versículo del día: Miqueas 6:8.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor le dio a su pueblo ordenanzas justas, estatutos y mandamientos buenos y leyes verdaderas (Nehemías 9:13).   En el versículo del día vemos tres cosas importantes que nos demanda Dios: justicia, misericordia y humillarse ante Dios.  Si somos cristianos debemos poner atención a estos tres  mandatos.  Actuar con justicia: “Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios” (Proverbios 21:3).  Ejercitar la misericordia.  El amor va ligado a la misericordia y quien no tiene amor, no puede obrar misericordiosamente.  Jesús les recordó a los suyos que lo que quería era en verdad misericordia y no sacrificios, haciendo alusión a los pecadores; porque la misericordia va no solamente hacia las obras como tal, sino también a la misericordia principal, que es tener compasión del alma  perdida (Mateo 9:13). Y veamos la importancia de la humildad: “Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos” (Isaías 57:15 RV).  
Para Dios es mucho más importante la obediencia que cualquier sacrificio que se piense ofrecerle y lo que nos manda es practicar la justicia y la misericordia.  Como conclusión entonces, pongamos atención a lo que nos dice la escritura: “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre” (Eclesiastés 12:13).  Esto es lo que nos corresponde hacer y es lo que es obligación hacer.

Amado Dios: Te damos gracias porque tu Palabra es verdad y está revelada para que tus hijos la pongamos en práctica.  Enséñanos a quebrantarnos ante Ti para lograr la justicia y misericordia que esperas de nosotros.

Un abrazo y bendiciones.

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